PROGRESO, Santa Fe.- Un aplauso cerrado de varios minutos fue el final de la despedida a Emiliano Sala en su pueblo santafesino: Progreso. El féretro abandonó el gimnasio del Club San Martín rodeado por los jugadores de las divisiones inferiores. Todos -amigos y vecinos- lloran la partida de su ídolo.
El sol enceguecedor de la siesta no impidió que, una hora antes de la salida, la gente empezara a acomodarse al frente del club.
El gobernador de Santa Fe, Miguel Lifschitz, llegó a las 13 para sumarse a la despedida. Saludó a la familia y al salir señaló: «Es un día de mucho dolor para este pueblo y para Santa Fe que vieron con orgullo crecer a un jugador que desde el interior se fue a Europa. El destino quiso que sufriera un accidente fatal y el destino también permitió que se lo encontrara cuando muchos pensaban que sería imposible».
Con una ceremonia religiosa, que se pudo escuchar desde afuera, terminó el velatorio y el féretro abandonó el polideportivo, rumbo a Santa Fe, donde será cremado el cuerpo.
Aunque desde las 7.30, cuando se abrieron las puertas, prácticamente todos los vecinos -despacio, sin montoneras ni largas filas- pasaron por el club, después de las 13 hubo un regreso masivo de gente. Los chicos y jóvenes con la camiseta roja y negra, la de San Martín. Es la que Emiliano usó desde sus inicios hasta los 15 años, cuando emigró a Córdoba.
En el gimnasio, detrás del féretro había una cruz, y a los costados dos fotos. Un primer plano de Emiliano con la leyenda «tu legado será eterno» y, la otra, su imagen con la camiseta amarilla del Nantes gritando un gol.
Decenas de coronas fúnebres y centenares de ramos de flores chicos que la gente iba llevando se acomodaron en el polideportivo a lo largo de la jornada.
La avioneta que llevaba a Emiliano desde Nantes (Francia) a Cardiff (Gran Bretaña), donde acababa de firmar contrato para el club de la Premier League inglesa, desapareció mientras sobrevolaba el Canal de la Mancha el 21 de enero. Los restos del aparato se encontraron dos semanas después. La autopsia al cuerpo de Sala determinó que la causa de la muerte fue por «lesiones en la cabeza y el tronco».
Nicolás Higuaín, hermano del «Pipita», fue representante de Emiliano entre 2011 y 2017 y pasó por el velatorio. «Un chico extraordinario; hizo todo solo. Nunca jugó en un club grande de Buenos Aires y desde el interior logró estar en el Nantes, una de las instituciones más ganadoras de Francia. Hizo lo posible para ayudar a la familia», dijo.
Esos conceptos fueron los más repetidos por los amigos, compañeros y vecinos. Más allá de las virtudes futbolísticas de Emiliano, el acento estuvo en el aspecto humano. En definitiva, era la parte que más conocían en Progreso, de donde él se fue a los 15 años. Todos los años, cuando estaba en Europa, regresaba. Al fútbol sólo lo jugaba con sus amigos, con quienes compartía también un asado.
Desde Nantes llegaron Nicolas Pallois, defensor y mejor amigo de Emiliano, y el secretario general del club, Loïc Morin. Por el Cardiff estuvieron el entrenador Neil Warnock y el director general Ken Choo. Ingresaron por el lateral y compartieron el espacio del polideportivo reservado para los más íntimos. También hubo representantes del Bordeaux y su amigo de toda la vida, el jugador Valentín Vada que está en el Saint Etienne. Su papá, Marcelo, fue el técnico que los llevó a los dos.
Choo afirmó que estuvo con la madre y la hermana de Emiliano, quienes lo conmovieron con su «fortaleza. Emociona ver este Pueblo que siguió a Emiliano desde los cuatro años hasta hoy. Es muy triste esta tragedia».
«Ya está, lo estamos despidiendo. Pero hay que investigar. No puede quedar así. Lo dejaron solo, no lo cuidaron. Subió a un avión con un piloto sin los papeles que tenía que tener. Me hago cargo de lo que digo. Lo tendría que haber acompañado el representante. ¿Dónde estaba el representante? Le tendría que haber dicho que esperara un día, que descansara, organizar. Era una muerte evitable», repite Martín Gatti, primo de Emiliano.
Julio Müller, el jefe comunal de Progreso, y Daniel Ribero, presidente del club San Martín, fueron los encargados de que lo pedido por la familia para la despedida se cumpliera. Ambos estaban muy tristes.
«Es una despedida pero también un recibimiento porque desde ahora Emi va a estar siempre con nosotros. Volvió, aunque no como hubiéramos querido. Cuando venía preguntaba por todos, le costaba hablar de él. Todos nos sentíamos partes de sus goles. Él sentía por Progreso el mismo orgullo que nosotros por él, un amor mutuo», concluyó Müller.