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La amenaza de los fondos buitre y la crisis de deuda lograron instalarse en la agenda de las Naciones Unidas.

La solución a las crisis de deuda soberana y la amenaza sistémica de los fondos buitre lograron instalarse en la agenda de Naciones Unidas, un foro de debate donde los países emergentes tienen mayor poder de voto que en organismos multilaterales de créditos como el FMI y el Banco Mundial

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El pasado 23 de mayo tuvo lugar en la Sede de las Naciones Unidas en Nueva York una reunión especial del Consejo Económico y Social de las Naciones Unidas (ECOSOC).

El eje del debate fue “la sostenibilidad de la deuda externa y el desarrollo: la experiencia adquirida en las crisis de deuda y el trabajo en curso sobre los mecanismos para la restructuración de la deuda soberana y la solución de problemas de endeudamiento”.

En ese marco, la reestructuración argentina fue elogiada ampliamente, a diferencia de las ideas predominantes que salen desde Washington desde los organismos multilaterales relacionados con el crédito.

La reunión fue presidida por el embajador Néstor Osorio (Colombia), presidente del ECOSOC, y contó con la participación de un panel de expertos como premio Nobel Joseph Stiglitz.

Lo interesante del encuentro fue no sólo lo que se dijo allí sobre la crisis de deuda soberana, el caso argentino, y la amenaza de los fondos buitre, sino el grado de influencia que está logrando este debate a nivel mundial, y pese a la resistencias de los países desarrollados.

Empecemos por lo que se dijo: Stiglitz, el invitado estrella indicó que «las soluciones de mercado no son suficientes» y propuso la «creación de una institución que trate las situaciones de default, independiente del FMI, ya que ese organismo está demasiado vinculado a los acreedores, y es acreedor en sí mismo».

Stiglitz fue muy elogioso con al reestructuración argentina como solución al problema de la deuda y además fue duro contra los fondos buitres, que «han tomado el riesgo sin tener interés en el resultado… quieren que la negociación explote, y eso destruye la efectividad de todo el sistema de negociación y es lo que hace imperativo el crear una manera alternativa de hacer las cosas».

En tanto, el embajador Osorio afirmó que el problema de la deuda soberana y la «urgencia» de la actual crisis de la eurozona «pueden representar un riesgo sistémico y una amenaza a la estabilidad financiera internacional».

En el mismo sentido, se pronunció el secretario general de la UNCTAD, Supachai Panitchpakdi, quien también participó del evento.

De parte de la Argentina, el representante argentino ante el FMI, Sergio Chodos, hizo hincapié en que las soluciones de mercado no funcionan porque «no hay ningún incentivo lógico» para alinear los intereses de los distintos actores.

Y agregó: «Un fondo que compró en el mercado secundario, por ejemplo, no es un prestamista; es un demandante, pero no se comportó como un comprador principal o un prestamista directo, o incluso un fondo buitre que compró después del default – y luego presionó para generar un default; con lo que el principal problema ha sido el de los incentivos», concluyó.

Asimismo, la embajadora argentina ante las ONU, Marita Perceval, aportó que «los fondos buitre no deben paralizar los esfuerzos de reestructuración de la deuda de los países en desarrollo, y no deben suplantar el derecho del Estado de proteger a sus ciudadanos», dijo, por lo que «un marco internacional legal eficiente de reestructuración de deuda soberana es de importancia estratégica».

En cuanto al segundo planteo, el debate fue propiciado por el G-77, un grupo de países en vías de desarrollo que tiene el objetivo de apoyarse mutuamente en las deliberaciones de la ONU, que hoy alcanza a 132 países.

Estos países logran cada vez más voz en Naciones Unidas para el tratamiento de estos temas, en parte por la debilidad de los países desarrollados solucionar la crisis de deuda que hoy los afecta, y de la pobre efectividad de las recetas que surgen del FMI y del «mainstream» imperante del ajuste.

A diferencia del FMI y el Banco Mundial, donde en la estructura de voto priman los países desarrollados, en Naciones Unidas los votos de los países son ecuánimes: cada voto equivale a un país miembro.

Y de ahí la importancia del planteo emergente, que hoy son el motor de la economía global, y de la resistencia de los países centrales en tratar deuda soberana en este foro, y su predilección de que los mismos se circunscriban a Washington, en el cuarteles generales del FMI y del Banco Mundial.

De esta reunión surgió consenso de que los problemas de deuda están afectando tanto a países en desarrollo y como desarrollados, por lo que peligra la agenda de desarrollo del mandato de Naciones Unidas, en particular los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM) contra la pobreza, para el 2015.

La misma fue «parte de un esfuerzo más amplio para fortalecer las relaciones entre la ONU y las instituciones financieras internacionales como el Banco Mundial y el FMI», según reconoce la ONU en su sitio oficial, dando cuenta de las dificultades para converger las distintas agendas entre los distintos organismos multilerales.

 

Fuente: Telam