Se podrá decir 1000 cosas de los hinchas de fútbol, pero que hay veces que no se los puede engañar, nadie lo va a dudar. Por eso los de River ayer le pidieron más al equipo cuando este estaba encaminando su clasificación a los octavos de final de la Sudamericana. Sí, festejaron lo que finalmente fue el avance de ronda, pero se fueron a sus casas casi con las manos vacías de fútbol. Con boleto a Loja y no mucho más, porque el equipo otra vez lo defraudó. Le dio sólo un resultado, tal vez el más importante en lo que va de la temporada, pero sólo eso. Ni siquiera ganó, empató 0-0 en su cancha y se mantiene vivo, aunque sea, en el plano internacional.
Podrán argumentar que ayer River no pudo contar con Jonathan Fabbro y Teófilo Gutiérrez, los dos grandes nombres que incorporó para esta temporada, pero los males de este equipo van más allá de, justamente, los nombres propios. Ayer completó su séptimo partido del semestre y otra vez las situaciones de gol generadas fueron a cuentagotas. Ni hablar de los goles propiamente dichos, que por ahora los tiene guardados Teo en Colombia, o al menos eso desean todos por Núñez.
Lo que nadie quería era que, a esta altura del año, el mejor jugador fuera ese flaquito que va al arco, que responde al nombre de Marcelo Barovero y que parece no trasmitir demasiado. Pero otra vez desde el arco fue la figura de River, continuó su maratón de atajadas contra San Lorenzo iniciada el domingo en el Bajo Flores y esta vez no hubo doble penal, adelantamiento o jueces de línea que le impidieran festejar. O algo así. Porque en el Monumental lo único para celebrar fue que el equipo avanzó de ronda en la Copa Sudamericana, que salvó un match point que se le presentó demasiado rápido y que puede poner sus fichas en la apuesta internacional para decir que todavía no está arruinado el semestre, a pesar de la esperanza que tienen todos de levantar en el Inicial y terminar luchando después de tres derrotas en cinco fechas.
“Así se juega la Copa”, había sostenido Ramón Ángel Díaz después de la victoria en el partido de ida, para justificar el esquema amarrete con el que River había anulado al Santo, aun hipotecando su propio porvenir ofensivo. Y después de un flojo arranque, jugando “a lo torneo local” en el torneo local, el entrenador quiso llevar el equipo copero al Nuevo Gasómetro en el último fin de semana y se comió un baile, a pesar del 1-0 de penal. El esquema austero, el único delantero y esperar en su propio campo se mantuvo para este tercer duelo con San Lorenzo y otra fue el rival que el dominó la pelota y generó las situaciones de gol. El “así se juega la Copa” se sostuvo en esos no sé qué tiene el fútbol y en el arquero, más algún contraataque en el segundo tiempo que bien podría haber terminado en el fondo de la red. Demasiado poco para un equipo que aspiraba a lo grande, con grandes nombres y una base que venía de hacer una gran campaña en el Torneo Final. Demasiado para un equipo grande que dentro de la cancha no lo demuestra y está obligado a conformarse con ganar sin goles. Ahora tiene tiempo de mejorar, hasta viajar a Ecuador.