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Castigado por el Olimpo

Con Juan Román Riquelme descartado por una distensión muscular y Fernando Gago –junto con Agustín Orión– concentrado en el predio de Ezeiza con la Selección, el gran interrogante que rondó durante toda la semana por La Ribera fue saber quién se haría cargo de la generación de juego de un conjunto que venía en levantada. En el Roberto Carminatti la respuesta fue tan contundente como dolorosa para Carlos Bianchi: nadie se hizo cargo del timón del equipo. Y así, el barco azul y oro navegó sin rumbo durante los 90 minutos que duró la travesía por Bahía Blanca.
Sin la posibilidad de utilizar a sus dos mejores hombres, el Virrey buscó que su equipo recuperase la bola y saliera rápido por las bandas, pero nada resultó. Porque lo que la fecha pasada Gago resolvía en dos toques, contra Olimpo hacía falta que intervinieran tres jugadores para realizarlo. Y ni siquiera salía bien. A Ledesma le faltó sacrificio en la marca, Ribair Rodríguez cometió falta en tres de cada cuatro intervenciones, Joel Acosta nunca calibró la mira y a Sánchez Miño, el único que sacó la cara en el visitante, no lo acompañó nadie.
Ante esa falta de cerebros que pudieran abrir el partido desde las ideas, bien podía haberle servido a Boca un buen puñado de gambetas para desenmarañar el nudo del mediocampo. Y esa capacidad la tenía Juan Manuel Martínez más que cualquier otro jugador dentro del campo de juego. Sin embargo, el Burrito no arrancó en Bahía: individualista al extremo, el ex Vélez no sólo no aportó soluciones sino que también se ganó los reproches de todos sus compañeros.
Sin posibilidad de arrimar peligro en el área rival, más allá de un puñado de minutos en el complemento en los que Sánchez Miño estrelló un tiro libre en el palo y el viento evitó que Gigliotti gritara su primer gol en azul y oro, el Xeneize necesitaba al menos un buen rendimiento defensivo para que la visita a uno de los últimos del torneo no fuera traumática. Pero en ese aspecto hace rato que el conjunto de Bianchi se saca aplazado. Y esta no fue la excepción: seis partidos lleva el equipo de la Ribera disputados en el torneo y en todos le convirtieron goles.
Con el regreso de Guillermo Burdisso a la zaga, Boca perdió la incipiente solidez que había encontrado con Ribair en el fondo. Pero no todo fue responsabilidad del ex Arsenal, porque Cristian Erbes esta vez no fue solución en el lateral derecho y, así, Daniel Díaz debió vestirse de bombero en más de una ocasión y hasta debió irse expulsado por llegar a destiempo en un cierre.
Más allá de todas las falencias que mostró Boca, del otro lado se encontró con un Olimpo que hizo bien los deberes. El local supo aprovechar muy bien las bandas y a partir de allí construyó una victoria histórica: Paulo Rosales fue un problema sin solución para Acosta y Erbes y Pérez Guedes rompió el partido con sus goles. Sufrió de más, incluso, el aurinegro, porque recién cuando promediaba el complemento comprendió que si se decidía a atacar podía rematar a un Xeneize que se tambaleaba. Y que dejó en claro que, sin Riquelme ni Gago, es un equipo en cuyo horizonte parece estar la mitad de la tabla.
COMENTARIO
La sombra negra de Bianchi. Olimpo no sólo le ganó y cortó una racha victoriosa de Boca de tres partidos, sino que volvió a desnudar su escasés de ideas sin Riquelme ni Gago y la endeblez defensiva de siempre. El equipo local aprovechó los errores de su rival y empezó a ganar temprano el partido, para poder jugar luego el juego que mejor juega y que más le gusta. Se paró con seguridad atrás y en cada contra le hacía parar los pelos de punta a todos los xeneizes que transitaron por el Roberto Carminatti. Buen triunfo local.
LA FIGURA
Paulo Rosales: Carlos Bianchi habrá pensado: “¿Porqué no tendré yo esta noche un jugador así, que con inteligencia y talento pueda manejar los hilos del equipo?”. Pues el 10 jugó para Olimpo, fue la figura y todo Boca lo sufrió.FESTEJO-Perez-Guedes-Olimpo-Telam_CLAIMA20130908_0189_17