Al menos por un tiempo, lo que dure hasta que el lugar colapse de moles de cemento, Paraná se reconcilió con su historia. La Ciudad Paisaje, la ciudad de los verdes, fue retrocediendo y fue degradando su calidad de vida y ambiental producto de la falta de espacios públicos que crezcan a la par de la explosión demográfica de los últimos 30 años. Nos fuimos acostumbrando a vivir cada vez más apretados, a no poder ver el sol más allá de las 3 o 4 de la tarde. Este sábado se inauguró una plaza en el corazón geográfico de la capital provincial. A metros de las Cinco Esquinas, “la plaza más grande” se colmó de niños, jóvenes y adultos, en un rito que se viene repitiendo desde hace varias semanas. No se cumplió con el anunciado shopping que desmanteló el viejo hipódromo, pero se logró una buena plaza y un gran espacio verde.La plaza es grande, pero lo que ha generado su atracción es la posibilidad de disfrutar del aire y del sol en plenitud, sin esas sombras tenebrosas que construyen las grandes torres. En ese predio que fuera del hipódromo, sospechosamente perdido por un club, los paranaenses andan en bicicleta, corren, caminan, hacen ejercicios, remontan barriletes, toman mate, juegan al fútbol o descansan plácidamente sentados, ocupando el resto de las vacías hectáreas.
La ciudad se reconcilió transitoriamente con la historia, porque el verde de los espacios públicos y plazas fue por años su marca, su sello de identidad tanto como el río que la nombra. El problema es que más tarde que temprano, el espacio público ayer habilitado formalmente quedará menoscabado con un lindero shopping, idea o emprendimiento con el que nos han colonizado mentalmente para hacernos creer que es el mejor entretenimiento social.
Puede ser que el 50 por ciento de los paranaenses haya viajado, o podríamos decir, vaya asiduamente al shopping de Santa Fe. El tema a reflexionar es si realmente forma parte de nuestra identidad, si debe ser una prioridad antes que hacer crecer y ampliar los espacios verdes. O si tal emprendimiento no podría gestarse en otra zona, más periférica, que garantice su accesibilidad y no tenga impacto urbano negativo.
La ciudad de Federación se luce y abraza con esa naturaleza absorbente, omnipresente. Paraná, ciudad de verdes y paisaje, ha retrocedido tanto que a partir de su explosión urbana ha quedado por debajo de lo que recomienda la Organización Mundial de la Salud, situándose a poco más de la mitad de los 10 metros cuadrados por habitante que se sugieren.
No pocos han dicho en los últimos días, o semanas, que el lugar se convirtió en el Nuevo Parque Urquiza de Paraná por su convocatoria. Ese sector costero emblemático, construido en el inicio del siglo XX, quedó reducido casi a una miniatura, ante la población que tiene la ciudad, 100 años después. El Parque Varisco, por su parte, fue incorporado a la ciudad a fines de los años 90, en una decisión que exalta las características de estadista de Humberto Cayetano Varisco, finalmente homenajeado con la institución de su nombre.
Pero a diferencia de esos dos lugares, el exhipódromo ha generado tal atracción y apropiación, fundamentalmente por su cercanía a los barrios, su alcance para decenas de vecinales, en el medio de la ciudad, rodeado por un conglomerado urbano de los más populosos.
Durante los últimos 15 años no hubo intención de dirigentes y sociedad civil de integrar el lugar con su ahora uso público –que excede la plaza trazada– tal como está aconteciendo en estas semanas.
Cuando el Jockey Club se desprendió de “la joya”, pocos reclamaron su defensa e incorporación al patrimonio público, a excepción de una tenue reacción ambientalista. Porque la ciudad sufre esa amnesia e indiferencia por las cosas, y cuando ya no están, surge como espíritu romántico recordar los buenos tiempos y el impacto social beneficioso que tuvieron. Ocurrió con clubes como Hindú, por citar solo una de la decena de entidades desaparecidas.
Seguramente algo así sucederá con el exhipódromo, cuando el negocio inmobiliario sea agotado para todos los sentidos.
Será entonces más incomprensible e inentendible que un club regale su patrimonio a un inversor, por unos pocos pesos –comparado con el valor patrimonial de su propiedad– para levantar un embargo, a partir de deudas con el Estado nacional (AFIP), Provincia y Municipalidad. Y encima ni siquiera recibió lo prometido: el hipódromo modelo, con áreas para otras disciplinas deportivas, en Oro Verde. En 2009 dirigentes del club e inversores afirmaron, contundentes: “Hasta que no se entregue el nuevo predio, no se podrá tocar el hipódromo Almafuerte”. Fue otra frase para la tribuna.
La venta del predio fue pergeñada muchísimos años antes de su concreción: fue un proceso lento e interesado, con actores que se mantuvieron a lo largo de más de 15 años, antes de 2000. Fue acompañado de un plan de abandono, de desprestigio, para que el clamor popular sea que lo loteen. Es de las maniobras más burdas y usuales, pero no por ello menos redituable para los negocios.
Mientras tanto, uno puede ver en la actualidad la reconversión del uso que ha tenido el Hipódromo de Las Flores, en Santa Fe, o hasta el de Rosario, por buscar solo los casos más cercanos, que dejaron de ser un ámbito exclusivo de “los burreros” para transformarse en un lugar para la familia, para eventos de magnitud públicos y privados.
Ayer, el corazón de la capital provincial volvió a latir bien fuerte con la diversión y la alegría resultante de las actividades, tanto como cuando los “pura sangre” corrían hacia el disco, o cuando las chicas de Paraná Hockey desparramaban su talento y marcha triunfal.
El manchón verde, que durante casi 90 años albergó a una entidad deportiva central en la vida social histórica de Paraná, pronto dará lugar a un shopping que seguramente no durará tanto –y que podría construirse en tantísimos lugares periféricos para garantizar su funcionalidad–, pero que alterará definitivamente la característica urbana de la ciudad.
La concreción de la plaza, el éxito de su realización no puede ser menoscabado por lo que vendrá; más bien todo lo contrario. Abre la esperanza para que se reabra el debate y se avance en el proceso que bien pudo haber comenzado ayer, y que revierte el déficit de espacios verdes en la ciudad. La convocatoria de la gente demuestra la necesidad de esos pulmones urbanos, consignó Uno.
Es tan solo una opinión, habrá quienes seguirán esperando el shopping que alguna vez llegará. En mi caso, sigo pensando que en la identidad del paranaense está el verde de la naturaleza y del mate.
Una fiesta popular para inaugurar la “plaza más grande”
Como era de prever, una gran convocatoria respondió a las diversas propuestas recreativas y deportivas organizadas ayer por la Municipalidad de Paraná, para dejar habilitada formalmente la plaza Mujeres Entrerrianas, en el exhipódromo. Al mismo tiempo, se liberó la circulación vehicular por la nueva zona integrada a la trama vial urbana.
La fiesta popular comenzó pasadas las 14 y con la aparición de las primeras estrellas en el firmamento, se desplegaron fuegos artificiales que cerraron una jornada con demostraciones de motocross, actividades para niños en bicicletas, campeonato de barriletes, partidos en canchas de fútbol y rugby en el terreno contiguo –donde se proyecta un shopping– y hasta la actuación del grupo local Pegó en el Palo.
La intendenta Blanca Osuna habilitó ayer el nuevo espacio público, que fue denominado Mujeres Entrerrianas.
“Son etapas, siempre que termina una batalla comienza otra, esta es hermosísima. Valió la pena desandar toda esa trama que obstaculizaba el acceso a este lugar, un predio bellísimo, hoy lo gozamos todos, costó mucho, todo ha sido así en nuestro gobierno y cuando llega el momento de disfrutar se hace con todo el corazón”, no dudó en afirmar la jefa comunal, que fue acompañada por el vicegobernador José Cáceres y el diputado provincial Daniel Ruberto.
Niños, jóvenes y adultos desbordaron la plaza y sus alrededores, y disfrutaron a pleno de una jornada en el que el clima se asoció a la fiesta. Centenares de vehículos se apostaron en el interior del predio, sobre la ancha calle Maciá y también sobre avenida Almafuerte, ante la imposibilidad de transitar con comodidad por las nuevas calles.
En el marco del acto protocolar, Osuna anunció el proceso de un concurso público para agregar detalles a la “plaza la más grande la ciudad”, para que el lugar luzca aún mucho mejor. “Este paso que damos es ordenador, para las calles, los espacio para hacer deporte, gimnasia, tomar mate, jugar con los niños. Se trata de poner en valor el espacio público; en esta primera etapa todo el trabajo está hecho por trabajadoras y trabajadores municipales, los espacios públicos son de todos hay que cuidarlo como se cuida una casa”, rogó.
Al mismo tiempo, anunció que en los próximos días, la Municipalidad firmará con el Jockey Club un acuerdo para poder “poner a disposición de los vecinos el espacio histórico que ha distinguido este hipódromo y que lo seguirá distinguiendo como un espacio de encuentro, de cultura y de disfrute”, con la constitución de un nuevo centro cultural sobre las edificaciones de calle Maciá.
“A disfrutar esta plaza Mujeres entrerrianas y encontrarnos el 3 de junio en la marcha ‘Ni una menos’, porque cuando somos iguales somos mejores y para ser igual se necesitan estos espacios, se necesita el buen trato y respeto, que nuestra comunidad muestre el amor y corazón que anida en cada una de las familias”, alentó por último la jefa comunal.
Con la habilitación de las nuevas calles, se logró la conexión de zonas a través de la prolongación de calles División los Andes, Coronel Uzín, 4 de Enero, la concreción de Artigas como bulevar, nuevas calles paralelas a Maciá y Almafuerte, y otras arterias aún no habilitadas –empalme de División Los Andes a Ruperto Pérez, y una nueva unión entre Deán J. Álvarez y Maciá, paralela a División Los Andes y lindante al Club Atlético Paraná.
El proyecto urbanizador con shoppping, áreas comerciales y torres de edificios, no podrá afectar el sector de calle Maciá y Artigas, ya que por Ordenanza Nº 8.232 de 2000, fue declarado de Interés Histórico y Arquitectónico. Así se exigió preservar el edificio y palco oficial, tribuna popular, boleterías, caballerizas y portones de rejas de ingreso, además de las especies arbóreas de Artigas.