El pontífice defendió que el trabajo «no solo es necesario para la economía, sino para la persona humana, para su dignidad, su ciudadanía y su inclusión social» ante cientos de personas que se congregaron en la plaza del Palacio Real turinés para escucharle, entre ellas autoridades del mundo político y empresarial.
Ante ellos, pidió decir «no» a una economía que descarta a quienes viven en la pobreza absoluta pero también «a los niños, los ancianos y ahora también a los jóvenes».
«¡Lo que no produce se excluye a modo de usar y tirar», exclamó.
«Estamos llamados a decir ‘no’ a la idolatría del dinero, que nos impulsa a entrar a cualquier coste en el número de los pocos que, a pesar de la crisis, se enriquecen sin tener en cuenta a muchos que se empobrecen, a veces hasta el hambre», reivindicó.
Y prosiguió: «Estamos llamados a decir ‘no’ a la corrupción, tan difundida que parece una actitud, un comportamiento normal. Pero no con palabras, sino con hechos. ‘No’ a los acuerdos mafiosos, a las estafas, a los sobornos y este tipo de cosas».
Ante esta situación, «que es global y compleja», Bergoglio señaló que «no solo se puede esperar la recuperación» sino que «el trabajo es fundamental y es necesario que toda la sociedad, todos sus componentes, colaboren para que haya un trabajo para todos y sea digno del hombre y de la mujer».