El papa Francisco pidió a los fieles a llevar consuelo y ternura a «una humanidad continuamente herida y temerosa, que tiene las cicatrices del dolor y de la incertidumbre», en el marco de la misa por la celebración de la Divina Misericordia en la Plaza de San Pedro.
En su homilía, Francisco invitó a los fieles a realizar gestos de misericordia «realizando las obras corporales y espirituales, que son el estilo de vida del cristiano». Y agregó: «Por medio de estos gestos sencillos y fuertes, a veces hasta invisibles, podemos visitar a los necesitados, llevándoles la ternura y el consuelo de Dios».
En este sentido, solicitó gestos de consuelo y ternura ante «una humanidad continuamente herida y temerosa, que tiene las cicatrices del dolor y de la incertidumbre».
Francisco constató ante los fieles cómo al igual que entre los discípulos de Jesús puede existir un contraste: «Una lucha interior entre el corazón cerrado y la llamada del amor a abrir las puertas cerradas y a salir de nosotros mismos».
Pero instó a los católicos a salir y «ser apóstoles de misericordia» que significa «tocar y acariciar sus llagas, presentes también hoy en el cuerpo y en el alma de muchos hermanos y hermanas suyos».
«Muchas personas piden ser escuchadas y comprendidas. El Evangelio de la misericordia, para anunciarlo y escribirlo en la vida, busca personas con el corazón paciente y abierto, ‘buenos samaritanos’ que conocen la compasión y el silencio ante el misterio del hermano y de la hermana», agregó.
También les pidió ser «portadores de paz», una paz «que no divide, sino que une», y añadió: «Es la paz que no nos deja solos, sino que nos hace sentir acogidos y amados; es la paz que permanece en el dolor y hace florecer la esperanza».
El pontífice argentino también había participado el sábado en ocasión de esta celebración de la «Espiritualidad de la Divina Misericordia» a una vigilia de oración en la Plaza de San Pedro, en la que recordó a san Juan Pablo II, que murió el 2 de abril de hace 11 años.