La desaparición de Fernanda Aguirre sigue envuelta en un misterio. El 25 de julio se cumplieron doce años de su desaparición y esta vez no hubo marchas ni actos públicos reclamando justicia. Su familia se recluyó en la parroquia de San Benito.
Sin embargo, cada tanto surge alguna pista que logra sacudir el polvo del expediente. De hecho, los operadores judiciales aseguran que la causa nunca se paralizó y que se investiga cada nuevo dato que surge. Esta vez, el juez Gustavo Maldonado ordenó realizar estudios genéticos sobre unos restos hallados hace cuatro años en la ciudad de Concepción del Uruguay para determinar si pertenecen a la adolescente.
En rigor se trata de un nuevo estudio de ADN, ya que en su momento se hicieron dos exámenes que dieron negativo. Sin embargo, los peritos plantearon que “los restos óseos (hallados) poseen características antropológicas semejantes con la edad que tenía la niña al momento de la desaparición, como así también al período cronológico comprendido entre esa época y la actual”. Fernanda tenía 14 años al momento de su desaparición.
La expectativa de los operadores judiciales está puesta en que las nuevas tecnologías ayuden a confirmar o desestimar si el patrón genético de esos restos es coincidente con el de Fernanda Aguirre.
Secuestro. Miguel Ángel Lencina y su sobrino Jonathan, de 14 años, estaban en la esquina del acceso a los cementerios, en calle Federación y San Martín cuando pasó Fernanda Aguirre.
Lencina estaba de paso en el pueblo y a las pocas horas debía volver a la cárcel de Concepción del Uruguay, donde purgaba una condena de 20 años de prisión por un doble homicidio. Esa tarde había salido a pasear con su mujer y su sobrino por el cementerio Parque de la Paz. Intentó asaltar una florería con un arma, pero ellos lo convencieron de que no lo hiciera.
Algo le dijo a Fernanda cuando pasó y algo le habrá contestado ella. “Ya vas a ver lo que le pasa a ésta cuando vuelva”, lanzó Lencina, según dijo luego su sobrino.
Fernanda vestía pantalón negro, una camperita marrón y zapatillas azules con blanco, llevaba su largo cabello rubio y lacio mojado pero atado, y con una sensación que mezclaba miedo y timidez caminó unos pocos metros hasta el puesto de flores de su madre, que estaba apenas doblando una esquina. María Inés la había llamado para que le llevara tres claveles a una vecina que quería regalárselos a una amiga.
Atemorizada, le pidió a su madre que la llevara en el auto, pero emprendió la vuelta tranquila y confiada en que ella y su hermana María Emilia, que también atendía el puesto de flores, estarían observándola.
Cuando volvió a pasar frente a Lencina, éste se abalanzó sobre ella. La tomó del cuello y la obligó a cruzar desde la esquina hasta un predio abandonado, a media cuadra, donde la geografía está dominada por sembradíos de soja, grandes y añejos árboles y altos pastizales. Lencina le preguntó si sus padres tenían dinero. Lo que pasó después con Fernanda, es parte de una historia desconocida.
Juicio y condena
Mirta Analía Cháves fue condenada en 2007 a 17 años de prisión como coautora del secuestro de Fernanda. La mujer fue quien realizó las llamadas a los padres pidiendo el pago de un rescate por la liberación de Fernanda.
–Mire señora, ni se preocupe, la nena está bien pero la secuestramos. Debe pagar 2.000 pesos. Déjelos en el Puente de Hierro. Nosotros la volvemos a llamar en una hora –le dijo Cháves a María Inés cuando atendió el teléfono.
Luego llamó otras dos veces y fue Julio Aguirre, el padre, quien entregó el dinero ya entrada la noche en cercanías del Puente de Hierro, sobre Avenida Almafuerte. Lo dejó envuelto en una remera y se quedó un rato esperando en el auto. Lencina y su mujer tomaron el dinero, pasaron por la casa de su familia y se marcharon.
Aguirre llegó a su casa ya en la madrugada del lunes, y a la media hora atendió el último llamado.
–Ya largamos a la chica, ya debe estar llegando a la casa –le dijo Cháves.
Pero Fernanda nunca llegó.
Lencina y Cháves fueron detenidos cinco días después. El hombre negó haber estado en Paraná, pero el 6 de agosto de ese mismo año apareció sospechosamente ahorcado en la celda que ocupaba en la Comisaría Quinta antes de declarar.
Como se dijo, Cháves fue condenada. Hoy se encuentra en libertad condicional y vive en Gualeguay.
El caso fue juzgado como secuestro y la madre de Fernanda murió segura de que su hija había sido captada e introducida en una red de trata con fines de explotación sexual.