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El trabajo invisible de Juan Martín del Potro para competir: cómo se recuperó en cada partido de los Juegos Olímpicos

ubo un instante en el que la atmósfera del court central del Centro Olímpico de Tenis cambió a favor de Juan Martín Del Potro. Ya había terminado el partido contra Rafa Nadal, nada iba a modificarse. Del Potro era el rival de Murray para la medalla dorada y Nadal el de Nishikori por el bronce. Pero el estadio, con mayoría de brasileños, se inclinó para su lado cuando Del Potro se arrodilló y beso el logo de Río 2016.

Del Potro y su emoción al vencer a Nadal
Del Potro y su emoción al vencer a Nadal. Foto: AFP

Fue un hechizo. Los aplausos fueron para los dos. Nadal llevaba su bolso y saludaba. Del Potro estaba en trance y fue entonces cuando el público terminó de entender la trama de este asunto.Se suspendió por un segundo esta batalla verbal que agota entre brasileños y argentinos, ese gasto de energía colosal en polémicas de Mercosur, para entregarse a esa secuencia que encerró lo mejor que pueda ofrecer el deporte de alta competencia. Del Potro tuvo que ganar varias veces esta semifinal. Nunca nada está terminado con Nadal sino hasta que se termina. «Recién ahora me estoy dando cuenta de que gané. En el 5-4 en lo único que pensaba era en meter todos los primeros saques y fue lo que hice y perdí el game en cero. Lo que demuestra lo grandioso que es Rafa, que nunca se entrega. Después estaba la gente alentándolo y se me puso muy complicado. Traté de no hacer ningún gesto para no avivar el fuego que estaba encendio en el estadio. Creo que ahí estuve muy inteligente», dijo Del Potro

Tres horas de partido, otra media hora para responder las preguntas de los medios y a meterse otra vez en el vestuario para comenzar el trabajo de rearmado del físico de Juan Martín Del Potro. Son horas extras. Es un tiempo oculto a los ojos de los enviados especiales y de los espectadores en el cual Juan Martín Del Potro se pone en manos de su fisioterapeuta, Diego Rodriguez, la persona elegida para su vuelta al circuito en 2016.

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Después de varios años de un cuerpo desacostumbrado a competir, Del Potro privilegió su recuperación antes que su estrategia antes los rivales. Estuvo casi dos años y medio sin jugar al tenis. En 2014 y 2015 jugó un total de 14 partidos. Su regreso estuvo más centrado en su rehabilitación que en las ambiciones deportivas. Del Potro habló aquí a diario de sus emociones, de los mensajes de los fanáticos que lo conmueven, de su corazón que no sabe hasta cuando va a aguantar. Ya nadie le pregunta por la muñeca. Ya Del Potro no dice de que su prioridad es estar sano. Su tenis jugado con tanta entrega mezcló los papeles de los discursos.

El trabajo invisible es el que le permite estar de pie cada día. Terminado el partido, Del Potro se somete a una sesión de masajes y elongación que le puede llevar una hora. El proceso continúa con la ingesta de sales minerales para rehidratarse y en ocasiones ejercicios regenerativos. De regreso a la Villa Olímpica, Del Potro se da baños de contraste con agua helada para que sus músculos se recuperen. La tarea sigue por la mañana. El plan de Del Potro para este domingo de la final era llegar temprano a la preparación del partido. Todo empieza en el vestuario, otra vez, con masajes para luego ir a la cancha. Antes de empezar hace estiramiento y luego se entrena ya con la mira puesta en el partido.

Del Potro no tuvo complejos en decir que no conocía cómo jugaban Joao Sousa y Taro Daniel. Pero recordaba cada nota del pentagrama al momento de cruzarse con Novak Djokovic y Rafael Nadal. Daniel Orsanic, el capitán de la Copa Davis, apenas hizo algunos ajustes al plan que el propio Del Potro diseño para enfrentar a Nadal. Entre las idas y vueltas que tuvo esa semifinal, Nadal quedó en evidencia en el último punto. Su derecha invertida, demasiado cruzada, se fue lejos y ahí Del Potro ganó el partido. Es el recurso típico de Nadal. Más dañino en canchas lentas, ayer desesperado en ese final. Del Potro ganó un partido que en el tercer set los elevó. Demasiado tenis para dos jugadores que manifestaban dudas y limitaciones.

Su vuelta a la Villa Olímpica fue otra vez un delirio. Nuevamente hubo gritos y aplausos. En un día fabuloso para el básquet, para el voleibol, para las Leonas, Del Potro otra vez llegó ganador a ese lugar en el que encontró más respuestas que en los cómodos hoteles del circuito. Nada deja de ser intenso en Río. A Del Potro le queda un último acto. Andy Murray lo separa del asado del que habla hace días. Ya con la medalla colgada en el cuello. Pronto sabremos cual de ellas.

 

Fuente: La Nación.