Hace días que se preparan los tragos y las ofrendas para este sábado, aunque la pandemia de coronavirus obligó a modificar algunos ritos ancestrales.
Este invierno fue malo, y eso que empezó en marzo, con las primeras restricciones por la pandemia de coronavirus en Argentina. Quizás por eso este año habrá múltiples brindis de caña con ruda para protegerse desde el primer día de agosto, mientras que en el noroeste del país las comunidades indígenas pidieron poder realizar sus celebraciones a la Pachamama en familia, pero de acuerdo a los protocolos de seguridad vigentes.
Se toman tres sorbos de caña con ruda el 1ro de agosto «para atajar el mal, la enfermedad y la miseria», explicó a Télam José Humberto Miceli, jefe del Gabinete de Investigaciones Antropólógicas de Corrientes (GIA). Es una tradición guaraní que la provincia mesopotámica comparte con Brasil y Paraguay que «produce la sensación de estar protegido, no solo el cuerpo, sino también el espíritu».
La tradición del pueblo guaraní dice que «existen tiempos estacionales que se entrelazan con tiempos míticos», apuntó Miceli, que son «los tiempos de los Karaí».
El primer Karaí del año es el Karaí Agosto, que «es un tiempo de prevención, donde hay etapas de transición en muchos aspectos porque históricamente se producían grandes lluvias, fuertes fríos, que provocaban enfermedades, epidemias que causaban muertes en la población», señaló Miceli. Ahí entró la ruda, y más tarde, con la colonización española se agregó la caña y el sincretismo en las misiones jesuíticas y franciscanas hizo el resto.
«Son tres tomas en ayunas. A los niños rara vez se les da y si lo hacen es una cucharadita, pero lo más usual es santiguarlos, hacerles la señal de la cruz en la frente y en las sienes con el dedo mojado en la preparación», contó Miceli.
La ruda, o Ruta graveolens, «es una de las plantas mágicas que existen en Corrientes y desde esa magia se la vincula a lo medicinal. Por su aroma y por su fuerza, la ruda se impone al agosto», convino.
Algo de esa magia se perdió, pero el ritual de preparar los sorbos tres días antes y de compartirlos en comunidad sigue firme, con la esperanza de que el invierno no dé un último golpe antes de irse. Lo que es más, la tradición se extendió por todo el país gracias a que sus cultores originales migraron a otras provincias.
La idea de tener una protección extra en tiempos de pandemia hizo que se esfumara el escepticismo en unos cuantos y hace tres días que se preparan las hojas de ruda, y las botellas de caña, claro.