Cuando hoy a las 9 de la mañana de Argentina el equipo capitaneado por Martín Jaite se enfrente a República Checa por la semifinal de la Copa Davis no habrá muchos números o estadísticas que cuenten. O, al menos, es mejor que no cuenten. Argentina tendrá en Praga uno de esos compromisos que parecen imposibles. Chocarán, en primer término, Juan Mónaco (30º del ránking) ante Radek Stepanek (61º), y después Leonardo Mayer (98º) –confirmado ayer, antes del sorteo oficial, como el segundo singlista nacional– frente a la mejor raqueta local, Tomas Berdych (5º). Pero no será sólo cuestión de esos datos de clasificación: la superficie dura atenta contra las posibilidades argentinas, como así también el clima, la localía checa, los antecedentes. Enfrente, el equipo que conduce Jaite tendrá al último campeón. En su propio grupo, el capitán no tendrá a su mejor jugador (Juan Martín del Potro) ni al copero por excelencia (David Nalbandian); tendrá, sí, un dato no menor: el puesto que Pico ocupa en el ATP es el más bajo de toda la historia para un primer singlista que llega a semifinales.
El frente a frente tampoco ayuda. Berdych, sin partidos ante Mayer, les ganó todos los juegos a los demás argentinos. Va 6-0 ante Mónaco, 3-0 contra Berlocq y 2-0 frente a Zeballos. Stepanek, en tanto, gana 4-2 contra Mónaco.
Mañana, cuando choquen, si chocan –se especula con que los checos modifiquen la pareja– Lukas Rosol y Jiri Vasely ante Horacio Zeballos y Carlos Berlocq, la cosa tampoco sería sencilla. Menos aun si Stepanek y/o Berdych aparecen en ese día de competencia. El domingo, en caso de no cerrarse antes la serie, se cruzarán los singles: Berdych abrirá ante Mónaco y Stepanek definirá frente a Mayer.
El último campeón ante un disminuido conjunto sudamericano. ¿En qué esperanzas fundamenta la Argentina, entonces, el sueño de alcanzar otra final de Copa Davis?
“Los grandes equipos de Copa Davis la ganaron por la unión que tenían, y lo viven de manera especial. Cuando venimos acá, desde el primer entrenamiento, competís por tu país y no hay nada más lindo”, dice Pico, que sabe que cargará con el peso de ser el Nº1, y con el arrastre de una temporada irregular (25 triunfos, 21 derrotas, un solo título). “No puedo errar mucho ante Berdych”, reconoce, a su vez, Leo Mayer, quien le ganó la pulseada a Berlocq en la elección del segundo singlista. “Está en condiciones de jugarle de igual a igual –motivó Jaite–. Ha obtenido buenos resultados sobre esta superficie.”
Rápida será la cancha, aunque Argentina espera que el camino, para los favoritos checos, sea lento y tedioso. Porque acá, esta vez, con estos nombres, Argentina no tiene –como anticiparon sus jugadores– nada que perder. La presión es ajena. Los números no acompañan. Acompaña, siempre, la ilusión.