El grano que lideró la subas durante estos últimos 30 días fue el trigo, al acumular un incremento de 25,83% en el mercado de Chicago hasta alcanzar los US$ 405,01 la tonelada, tras sumar US$ 83,13 en ese período.
También el maíz exhibió incrementos de consideración, con un salto del 10,28% en su contrato de vencimiento más corto, en US$ 296,84 la tonelada, US$ 27,66 más que la cotización del 23 de febrero pasado, antes de que se produzca la invasión rusa a Ucrania.
El complejo oleaginoso también tuvo su rally alcista, aunque de menor magnitud.
En los 30 días que van de guerra, la soja, cuya cotización fue muy volátil durante este período, obtuvo una mejora de 2,1% hasta los US$ 628,41 la tonelada; mientras que la harina de soja ganó 3,57%, en US$ 537,81 la tonelada, y el aceite de soja trepó 5,7%, en US$ 1.647,93 la tonelada.
Para el analista del Departamento de Informaciones y Estudios Económicos de la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR), Bruno Ferrari, el incremento en los precios, sobre todo del trigo y del maíz, se explica por la fuerte participación que tienen Rusia y Ucrania en el comercio internacional de granos y por la paralización de la logística de embarques en el Mar Negro, punto de salida de los cargamentos.
Ferrari dijo que Rusia y Ucrania representan el 29% de las exportaciones de trigo a nivel mundial, el 19% de las de maíz y 78% de las de aceite de girasol.
Es por esto que el especialista aseguró que «el conflicto está afectando los embarques del Mar Negro tiene un impacto concreto sobre la posibilidad de abastecer la demanda internacional de los principales commodities».
«En este contexto se configura un escenario donde se plantean precios internacionales relativamente altos para los cultivos», marcó Ferrari y proyectó que «en cuanto a las perspectivas futuras se pueden dar diversos escenarios, los cuales van a depender exclusivamente de lo que suceda en el Mar Negro, si se logra alcanzar una mayor fluidez de las exportaciones de la región».
«Hasta que no suceda eso, es probable que al menos los precios se mantengan estables, sumado a que ahora el mercado está poniendo el foco de cómo evoluciona la siembra de trigo en Ucrania donde ya se prevé un recorte en la superficie», sostuvo Ferrari.
El mercado local
El mercado local se hizo eco de las alzas en Chicago, con el trigo como cultivo destacado, ya que sumó desde el 23 de febrero a la fecha un incremento de US$ 53 por tonelada en lo que respecta a la mercadería disponible negociada en la Bolsa rosarina, con lo que pasó de US$ 252 a US$ 305 la tonelada.
La suba de los precios internacionales del trigo, que se replicó a nivel local, generó un incremento en los valores de la harina y de los alimentos elaborados con dicho producto.
Esta situación llevó a que el Gobierno nacional dispusiera la puesta en marcha de un fideicomiso para subsidiar el precio del cereal a los molinos a valores pre-bélicos.
El Fondo Estabilizador del Trigo Argentino, que será administrado por la Secretaría de Comercio Interior, será financiado por la quita del diferencial de dos puntos en los derechos de exportación a los derivados de la soja.
La guerra no solo imprimió una fuerte volatilidad en los precios de los granos: también afectó al mercado de insumos agrícolas, más puntualmente al de los fertilizantes.
Rusia es un jugador importante en la elaboración de fertilizantes y exporta a Argentina el 10% del total de las 4,4 millones de toneladas que importa el país, según un informe elaborado por la Cámara de la Industria Argentina de Fertilizantes y Agroquímicos (Ciafa).
La entidad empresaria puntualizó que del total de los fertilizantes fosfatados importados por Argentina, estimados en aproximadamente 1,75 millones de toneladas, Rusia explica el 15% de las compras.
«Si bien en valores porcentuales el actual conflicto que involucra a Rusia y Ucrania parecería no ser relevante, otros países importantes en la provisión de fertilizantes, como Estados Unidos y China, están abasteciendo sus mercados locales y no están abriendo sus ventanas de exportación», explicaron desde Ciafa.
Es por esto que «hay preocupación por el abastecimiento de fertilizantes para la campaña de cultivos de fina que esta próxima a sembrarse», ya que «la productividad de los cereales de invierno es altamente dependiente de la tecnología de fertilización, requiriendo aproximadamente 1,7 millones de toneladas, es decir, cerca de un 30% del total del consumo anual».