En un nuevo gesto político, el papa Francisco celebró ayer el acuerdo nuclear firmado entre Estados Unidos e Irán y aseguró que espera que sea “un paso definitivo hacia un mundo más seguro y fraterno”. También pidió “que se reanude el proceso de paz” entre israelíes y palestinos “para poner fin a años de sufrimientos y divisiones”.
Luego de celebrar la misa de Resurrección en la Plaza de San Pedro, que estuvo colmada de fieles a pesar de la lluvia que cayó sobre Roma por la mañana, Francisco llamó a “no ceder al orgullo que fomenta la violencia y las guerras” y convocó a tener “el valor humilde del perdón y de la paz”.
Acto seguido, el pontífice elogió el acuerdo alcanzado entre Irán y las principales potencias el jueves pasado en Lausana, y se mostró esperanzado en que el mismo “sea un paso definitivo hacia un mundo más seguro y fraterno”. También llamó al cese de la lucha armada en Siria e Irak y le exigió a la comunidad internacional “que no permanezca inerte ante la inmensa tragedia humanitaria dentro de estos países y el drama de tantos refugiados”.
Por otra parte, pidió “que se reanude el proceso de paz” en Tierra Santa, “para que crezca entre israelíes y palestinos la cultura del encuentro y poner fin a años de sufrimientos y divisiones”. Lo mismo hizo por Libia, “para que se acabe con el absurdo derramamiento de sangre por el que está pasando, así como toda bárbara violencia, y para que cuantos se preocupan por el destino del país se esfuercen en favorecer la reconciliación y edificar una sociedad fraterna que respete la dignidad de la persona”. “Y esperemos que también en Yemen prevalezca una voluntad común de pacificación, por el bien de toda la población”, agregó.
Francisco terminó pidiendo la paz “para tantos hombres y mujeres sometidos a nuevas y antiguas formas de esclavitud” y “para las víctimas de los traficantes de droga, muchas veces aliados con los poderes que deberían defender la paz y la armonía en la familia humana”.
Y recordando a “los marginados, los presos, los pobres y los emigrantes, tan a menudo rechazados, maltratados y desechados; a los enfermos y los que sufren; a los niños, especialmente aquellos sometidos a la violencia; a cuantos hoy están de luto”.
El Obispo de Roma pronunció su Mensaje Pascual desde el balcón central de la basílica de San Pedro del Vaticano ante la multitud que abarrotaba la plaza de San Pedro y sus aledaños, adornada con miles de flores en este Domingo de Resurrección.
Millones de fieles en todo el mundo siguieron la bendición “Urbi et orbi”, el evento principal de la festividad de Semana Santa en Roma, por televisión e internet.
Sobre las leyes contrarias a la Iglesia
Pocos días después de la celebración del primer matrimonio gay en Francia, el papa Francisco transmitió a una delegación de diputados de ese país un mensaje claro: si es necesario, no deben dudar en abolir leyes contrarias a los principios de la Iglesia Católica para “proporcionar una calidad vital que eleve y ennoblezca a la persona”.
Francisco afirmó que el principio de laicidad que rige las relaciones entre Francia y las confesiones religiosas no debe suponer la exclusión de la religión de la esfera social.
Además, Francisco hizo hincapié en que la Iglesia “quiere aportar su contribución en temas profundos que se dedican a una visión más completa de la persona”; no sólo “a nivel antropológico o social, sino también en los ámbitos político, económico y culturales”.
“Vuestra obligación es proponer leyes, enmendarlas, pero también abolirlas. Por ello es necesario infundir en ellas un espíritu, un alma, que no refleje solamente los modos y las ideas del momento, sino que confieran una calidad vital que eleve y ennoblezca al ser humano”, sostuvo.