El ingeniero Urs Hölzle, uno de los responsables de los centros de datos de Google, constató en una entrevista para la revista Wired que la empresa tiene en marcha un plan para transformar «el diseño, la velocidad de puesta en funcionamiento y la flexibilidad de los centros de datos y sus estructuras de ordenadores en red». Más allá de eso, Hölzle guardó silencio.
«Quiero que otros pongan su propia sangre, sudor y lágrimas en hacer los mismos descubrimientos», comentó el técnico, que en un comunicado insistió en que «la privacidad y la seguridad» son la «principal prioridad» de Google. A pesar de esa aparente obsolescencia, las imágenes que ha desvelado este martes Google resultan novedosas, dado lo exclusivo que ha sido hasta ahora el acceso a este tipo de infraestructuras, que conforman lo que se llama «la nube» y a las que millones de ciudadanos y empresas confían su privacidad sin pensarlo dos veces.
«Muy poca gente ha entrado dentro de un centro de datos de Google», apuntó Hölzle, que insistió en que mantienen las instalaciones bajo «estrecha vigilancia», aunque eso no ha impedido que desde 2008 Google comparta los diseños de sus centros de datos y sus fórmulas de eficiencia energética. Estas infraestructuras, cada vez más requeridas a medida que crece ese ciberespacio que es la «nube», consumen en torno al 1,5% de la energía mundial porque requieren de una gran cantidad de electricidad para sus ordenadores y los sistemas de refrigeración.
Desde que Google se constituyó como empresa en 1998, ha instalado más de 1 millón de servidores -superó esa marca en 2008. Sólo en el centro de datos de Lenoir, en Carolina del Norte, hay actualmente casi 50.000 servidores operativos.
Para ahorrar costes y enfriar eficazmente las naves llenas de ordenadores a pleno rendimiento, Google empezó a usar sistemas por los que corre agua de canalizaciones (Bélgica) o del mar (Finlandia), por citar dos ejemplos. Actualmente, Google cuenta con 8 centros de datos, 6 de ellos en EEUU y dos en Europa, unas estructuras de película futurista con complejas redes de cañerías con los colores de la empresa y filas interminables de procesadores.
En su intento por acercar sus almacenes al usuario, la empresa californiana aplicó su tecnología de vista callejera de sus mapas, o «Street View», para poder dar un paseo visual por las instalaciones de Lenoir. Un curioso recorrido puerta por puerta, desde los despachos hasta la inaccesible planta donde laten los ordenadores que dan vida a Google y que, en un guiño al mundo de la ciencia ficción, custodia la figura de un soldado imperial de la saga Star Wars.