Alrededor de las 8 de la noche de Roma, casi a la misma hora que en el anterior cónclave papal, en 2005, salió el humo por la chimenea. Al igual que esa vez, la fumata fue negra, lo que significa que los fieles católicos en el mundo deberán aguardar al menos hasta mañana para conocer a su nuevo papa.
Los 115 cardenales no consiguieron alcanzar los dos tercios de votos necesarios para designar al reemplazante de Benedicto XVI. Para analistas de temas eclesiásticos, la votación definitiva, la de la fumata blanca, podría ocurrir el miércoles, apenas un día después del inicio de las deliberaciones.
A las 17:30 hora local (16:30 GMT), los cardenales dieron inicio a la ceremonia que se espera que en un máximo de cinco días le entregue al mundo el nombre del nuevo Papa de la Iglesia Católica, tras la renuncia de Benedicto XVI.
Los prelados se reunieron para una oración, tras la cual se trasladaron en procesión a la Capilla Sixtina, cantando letanías antes de entonar el himno «Veni Creator Spiritus», que invoca al Espíritu Santo para que los guíe en su decisión.
La clausura total comenzó cuando, tras el grito «Extra omnes» (¡Todos fuera!), se retiraron las personas ajenas al cónclave y se clausuraron las puertas de la capilla, quedándose solos los cardenales –que prestan juramento de silencio sobre todo lo que allí se diga– con los majestuosos frescos de Miguel Ángel.