
El expediente contra el sacerdote payador, como se lo conoce en Argentina y algunas localidades uruguayas, es por el delito de «corrupción de menores agravado, cometido en forma reiterada», cuya pena es de 10 a 15 años de prisión, máxime teniéndose en cuenta que ambas víctimas eran monaguillos de la Parroquia Santa Rosa de Lima de Villaguay al momento de producirse los hechos, entre 1994 y 1996, por lo cual ejercía un rol de autoridad religiosa sobre ellos.
Dos víctimas de Moya -que residían en Villaguay en la década del ’90- relataron a la revista Análisis los hechos de abuso y fueron clave a la hora de declarar ante la justicia, para acusar a Moya. El primero de ellos contó que fue abusado, por lo menos dos veces por semana y durante casi dos años, en la propia habitación del sacerdote, en el primer piso de la parroquia de Villaguay, como así también cuando hicieron viajes a Viale, para realizar tareas religiosas. La otra víctima relató que hubo un intento de abuso, también en la habitación del párroco, pero éste reaccionó a tiempo y empujó al cura, tras lo cual se fue de la Iglesia y nunca más volvió, pese a que también era monaguillo.