Luego de una larga jornada donde no faltaron las controversias entre abogados, las declaraciones de familiares y los cruces políticos, Ibar Esteban Pérez Corradi, señalado por la Justicia como el presunto autor intelectual del triple crimen de General Rodríguez, aguardaba ser extraditado a la Argentina. En medio de versiones periodísticas que indicaban, al cierre de esta edición, que el detenido ya se encontraba rumbo a Buenos Aires, Ámbito Financiero pudo constatar que el trámite extraditorio aún no finalizó. «Tenemos una audiencia mañana (por hoy) a primera hora y esperamos que todo se agilice para resolverlo a la brevedad», aseguró Carlos Rodríguez Brun, abogado paraguayo de Pérez Corradi.
El lunes había comenzado bien temprano cuando la jueza federal María Romilda Servini de Cubría cursó a la Justicia paraguaya el requerimiento extraditorio. Horas después, en una improvisada conferencia de prensa frente a la Fiscalía Especializada de Hechos Punibles de la ciudad de Asunción, donde reconoció su identidad a través de un escrito pero se negó a declarar, flanquedo por efectivos de la Policía paraguaya y por los doctores Carlos Broitman y Juan Ribelli, Pérez Corradi admitió que teme por su vida y reclamó seguridad para él y su familia. Además de la mencionada causa que investiga la autoría intelectual de los asesinatos de Sebastián Forza, Damián Ferrón y Leopoldo Bina, y el proceso pendiente con la Justicia norteamericana por tráfico de oxicodona a los Estados Unidos, Pérez Corradi debe comparecer ante el juez Sebastián Casanello por pedido del fiscal Franco Picardi, en una causa vinculada al lavado de activos. «Voy a presentar pruebas de mi inocencia, no tengo nada que ver con los delitos que se me imputan», agregó Pérez Corradi.
Las manos en la parrilla
Pérez Corradi está imputado en Paraguay en una causa por falsificación de documentos de identidad de ese país. Según la investigación, el ahora detenido está acusado de haber pagado 200.000 dólares a cambio de un documento falso y un pasaporte a nombre de Walter Miguel Ortega Molinas, un joven muerto en 2002 en un accidente, para poder permanecer prófugo. Luego de descubrirse el hecho, toda la cúpula de esa dependencia policial paraguaya fue descabezada y se dispuso la detención de dos suboficiales de la fuerza. Para sumar otro elemento a la confusión general, la mujer con la que convivía Pérez Corradi, madre de sus dos hijos paraguayos, aseguró que ella lo conoce «con el nombre de José Luis Fernández». En declaraciones al canal C5N, María Gladys Delgado Britez, detalló que su concubino era una persona «pacífica, que no usaba armas» y que jamás supo que tuviese vinculación alguna con el narcotráfico. «Se dedica a vender suplementos de gimnasio y electrónica», remarcó. Consultada sobre las versiones que sostienen que su esposo se hizo borrar las huellas dactilares para no ser identificado, Delgado Britez señaló que «se quemó los dedos haciendo fuego a la parrilla».
Bullrich versus Aníbal
«Si yo fuera Aníbal Fernández, estaría preocupada…», disparó la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, que así alimentó las especulaciones de quienes vinculan al exjefe de Gabinete con el caso. «Me parece que cuando uno analiza lo que pasó en la dirección de precursores químicos, que en ese momento (en 2008) dependía de él… Hubo funcionarios que hicieron la vista gorda…», apuntó en declaraciones radiales.
En base a ese argumento, la ministra de Seguridad consideró que «uno puede decir que hay complicidades que van más allá de Pérez Corradi», pero habrá que ver si el detenido «acepta ser el último eslabón de la cadena o va para arriba».
Ni lerdo ni perezoso, el exjefe de Gabinete salió a contestarle con los tapones de punta: «Los precursores químicos jamás dependieron de mí, sino de José Granero, en la Sedronar, la señora Bullrich no tiene ni idea de lo que está hablando…», aseguró en declaraciones al programa La Mañana, de Radio 10. «No lo conocí a Pérez Corradi y nadie de mi entorno directo lo conoce», afirmó.