El miércoles 29 de julio fue un día largo. También fue un día oscuro. Josefina Inés López, 17 años, salió ese día de la casa de su madre, en el barrio El Sol de Concordia, y no supo –no lo sabría nunca– que era ése su último día en este mundo.
Josefina sabía otra cosa: sabía caminar con los pies descalzos por un camino demasiado áspero, la pobreza a veces es eso, y a veces mucho más. Buscaba –a veces vanamente– el lado más tibio, donde calentaba el sol: quizás era feliz con un celular nuevo, con una mascota cerca de su regazo.
La vida de Josefina se hizo pública en las últimas horas, pero de un modo folletinesco. Todos ahora hablan de su vida con la imprudencia de los advenedizos, justo ahora, cuando Josefina está muerta. Un femicidio más.
La Justicia tiene la certeza de que Josefina López fue asesinada el día que desapareció, de modo violento, a manos de Juan Carlos Acuña, El Víbora, un exboxeador de la provincia de Buenos Aires, que en 1998 había sido condenado por la violación de una nena de 14 años en la localidad bonaerense de Baradero.
Lo condenaron a 7 años y medio de prisión, pero solamente cumplió la mitad de la condena. Salió en libertad por buena conducta. En los últimos años, el destino lo depositó en Concordia, adonde trabaja en el sector de la fruta, conviviendo en pareja con Nelly Gómez, tía de Josefina.
Josefina se atravesó en la vida de Acuña, o Acuña se puso en medio del camino, da igual, y la noche del 29 de julio tuvieron ese encuentro fatal. Acuña la llevó a Josefina a un descampado, y allí ocurrió el crimen. Es la hipótesis que tiene la Justicia.
Pero el cuerpo de Josefina, por pedazos, fue hallado casi 30 días después de su desaparición, en un predio conocido como el Naranjal de Pereda, enterrado a 40 centímetros de profundidad; en un lado el torso y las piernas; en otro –otro día–, la cabeza y los brazos.
Las primeras pericias determinaron que Acuña la mató golpeándola con un adoquín y después tapó el cadáver. Se fue, volvió al lugar del crimen y arrastró el cuerpo, con la intención de tirarlo al río Uruguay. No lo logró y lo tapó con ramas. Por último, la descuartizó y semienterró. Esa es la línea argumental de los investigadores.
Rastreo. Desde el 29 de julio Josefina López fue un rastro que se perdió en algún sitio de los bordes de Concordia. Tres días después llegó a conocimiento de la Justicia y entonces tres fiscales se ocuparon del tema –José Costa, Mario Guerrero y Fabio Zabaleta–, y hubo un larguísimo trabajo de búsqueda junto a la Policía.
Pero Josefina no aparecía, se había esfumado, nadie sabía nada. Un misterio brotaba desde la profundidad de la exclusión. Una chica pobre de un barrio pobre que se iba de su casa. ¿Qué había pasado?
“No sabíamos qué pasaba en esas primeras dos semanas. La calle no hablaba, la cárcel no hablaba, ninguno de todos los puntos que siempre tiran datos decían nada. Era como si se la había tragado la tierra. Habíamos agotado todas las instancias y no teníamos nada”, admitió una fuente de la investigación a EL DIARIO.
Se rastreó a tres posibles autores de su desaparición (algunos incluso ligados al mundo de la prostitución) y nada, ningún dato.
“La prioridad nuestra era encontrar a una chica desaparecida, y encontrarla con vida. Por el entorno, por la realidad de donde vivía, nos hacía suponer que se había ido por su propia voluntad, y que permanecía en algún lugar por su voluntad, que no estaba raptada. Pensamos en un primer momento que estaba viva, y que íbamos a poder dar con ella”, contó la fuente.
Pero el silencio hacía ruido. El teléfono celular de Josefina fue desactivado el mismo día que desapareció, y no había vuelto a ingresar a su cuenta de Facebook desde ese día. Después, rastreando en el historial, pudieron determinar que Josefina envió un último mensaje cerca de la medianoche, y esa actividad llega hasta los primeros minutos del jueves 30 de julio. Luego, nada.
Pero todo eso lo conocerían mucho después, cuando tuvieron la certeza de que Josefina no aparecería con vida.
El teléfono. Dos semanas después de la búsqueda infructuosa, alguien sugirió que la pista para encontrar a Josefina podría darla su teléfono celular, un dispositivo desde el cual ingresaba a las redes sociales y contenía información sensible sobre sus últimas horas de vida, como la ubicación del GPS.
Josefina no aparecía, ni su celular que jamás pudo ser ubicado. Entonces, los fiscales, la Policía y la Procuración decidieron enviar un oficio a la compañía Claro y pedir una duplicación del chip. Conseguir un nuevo chip supuso inutilizar el teléfono de Josefina. “Analizamos ese aspecto. Pedir otro chip significaba anularle la posibilidad de comunicarse. Pero también teníamos el dato de que el teléfono estaba inactivo desde el día que había desaparecido, así que decidimos avanzar por esa línea. Ya teníamos la idea de que estábamos empezando a buscar un cadáver”.
El día 18, con el oficio enviado por el juez de Transición Pablo Garrera Allende, se obtuvo el chip mellizo.
Un equipo conformado por el fiscal Zabaleta, miembros de Investigaciones de la Policía, el gabinete de Criminalística y técnicos de la Procuración analizaron en Paraná celulares y computadoras secuestradas en los procedimientos que se realizaron luego de la desaparición de Josefina.
El chip duplicado se puso en un teléfono y el celular de Josefina estuvo otra vez en servicio. Pero a los investigadores les resultó imposible ingresar a Facebook. La cuenta había sido bloqueada luego de varios intentos, hechos por distintas personas, por ingresar al perfil de Josefina. Se pidió una nueva contraseña, Facebook la otorgó, y entonces dieron un nuevo paso.
De ahí en más, rastrearon con el GPS los últimos movimientos de Josefina, y pudieron leer los últimos mensajes, no todos, porque intencionalmente, en apariencia, fueron borrados algunos y también los chat de Whatsapp. “Ahí nos encontramos con el intercambio de mensajes con el tío, mensajes que el tío, ya con Josefina muerta, intentó borrar. El GPS nos otorgó toda la vida del teléfono. Pero todo eso se obtuvo a partir de la duplicación del chip, porque el celular de Josefina hasta ahora no apareció. Suponemos que el asesino lo tiró al río”, dicen en la Justicia.
La información colectada, a partir de esa compleja operación tecnológica, dicen los investigadores, aportaría los indicios suficientes como para determinar la responsabilidad de Acuña en el asesinato de Josefina. “Para nosotros, hay muchas certezas, están los mensajes y también están los testimonios del círculo próximo a Josefina. Está claro que Acuña se fue a encontrar con ella ese día, está claro el móvil del asesinato, y después, el lugar donde se encuentran los restos, constituyen un indicio más en la investigación. Hay un montón de indicios –contó un integrante de la investigación judicial-. El resto, me lo va a tener que dar la ciencia”.
Convocatoria en Paraná
La Multisectorial por los Derechos de la Mujer convocó para hoy, a las 17, en Plaza 1º de Mayo, a una volanteada para concientizar sobre los femicidios a partir del asesinato de Josefina López.
En la concentración se leerá un documento y se juntarán firmas para que se declare en Entre Ríos la emergencia en violencia sexual y doméstica.
Daniela Vera, integrante de la Multisectoral, dijo: “hay cuestiones básicas que se podrían resolver pero no hay voluntad política para hacerlo”, según declaraciones a APF.
En ese marco, Vera consideró que el de la jornada nacional #NiUnaMenos, del 3 de junio, “fue el momento más álgido en la lucha contra los femicidios, fue la expresión de bronca de miles de mujeres en la Argentina, pero queda claro que solamente con eso no alcanza y necesitamos seguir en la calle y organizándonos para parar con esta situación”
“Entendemos que no es lo mismo que nos hayamos manifestado los ciudadanos o que lo hagan funcionarios públicos nacionales y provinciales que salieron con el cartelito a manifestarse como uno más, cuando en realidad está en sus manos el poder resolver los problemas”, diferenció y aseguró que “hay cuestiones básicas que se podrían resolver que no hay voluntad política para hacerlo”.
AL MARGEN
No declaró. Juan Carlos Acuña, principal sospechoso de haber matado a Josefina López, se abstuvo ayer de declarar en la Justicia. Asistido por el defensor oficial, Sebastián Tito, Acuña acudió al despacho del fiscal Fabio Zabaleta pero se negó a declarar. Para hoy, se espera que el fiscal formalice el pedido de prisión preventiva para Acuña. El pedido será formulado ante el juez de Garantías, Pablo Garrera Allende.