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La violencia fue otra vez la protagonista en las canchas del fútbol argentino.

 

 

 

 

 

 

 

 

El tiempo y las fechas pasan y la violencia en el fútbol argentino sigue más latente que nunca. Las medidas de seguridad escasean, los incidentes en las canchas se acumulan y los verdaderos hinchas continúan como rehenes de una situación que, por lo visto, difícilmente se modifique.

Los problemas empezaron el sábado y se expandieron por todo el fin de semana. La primera situación conflictiva tuvo como escenario la cancha de Colón de Santa Fe, conocida como el “Cementerio de los Elefantes”, donde se enfrentaron el local yBelgrano de Córdoba. Era un choque con historia de enfrentamientos entre ambas parcialidades, algo que es históricamente conocido por la “pelea” de provincias, pero a pesar de estos datos previos el encuentro no terminó de la mejor manera.

El “Pirata” ganaba 2-0 y en el segundo tiempo el “Sabalero” se hizo fuerte y logró el empate. Con la igualdad empezaron los problemas, ya que a cinco minutos del final la policía se enfrentó con los simpatizantes del conjunto cordobés, quienes intentaron ingresar a la cancha y rompieron varios alambrados. Ante este contexto, no fueron pocos los jugadores de Belgrano que se vieron preocupados por lo que sucedía en las tribunas, ya que tenían familiares en ese lugar.

Dentro del campo de juego, las discusiones siguieron entre los futbolistas de cada equipo, aunque la situación no pasó a mayores y, después de que los uniformados desalojaron las gradas, el choque terminó tras varios minutos de interrupción. Tras el pitazo final, Juan Carlos Olave, arquero de la entidad de Córdoba, fue demorado por una supuesta agresión a dos policías santafesinos. El portero tuvo que declarar y luego partió junto al plantel profesional.

El domingo los dilemas pasaron al choque entre Tigre y River. Nuevamente lo deportivo pasó a un segundo plano (victoria del “Millonario” por 3-2) y todas las miradas se quedaron con lo sucedido fuera de la cancha, lugar donde hubo enfrentamientos entre los barras de ambos equipos y la policía, no solo después del cotejo, sino también antes y durante el encuentro. El saldo: varios hinchas detenidos, aproximadamente 40 policías heridos y un patrullero destrozado.

El lunes se abrió con más violencia. Es que tras la derrota de Independiente frente a Racing en el clásico de Avellaneda, un grupo de violentos arrojó en las primeras horas de la madrugada una bomba Molotov contra la sede del «Rojo» en la calle Boyacá.

Por este hecho, un cabo primero de la Policía Federal, identificado como Rodrigo Álvarez Gil, debió ser internado por heridas y quemaduras. Igualmente los problemas no terminaron ahí, sino que se mudaron al estadio Libertadores de América. En ese sitio varios delincuentes entraron al lugar y se llevaron computadoras y papeles.

Después de lo ocurrido en la institución comandada por Javier Cantero, el DT del equipo, Cristian Díaz, aseguró que recibió amenazas telefónicas y comentó: «Si soy un problema, no voy a hacer que a Cantero le quemen el club».

La violencia no distingue divisionales. Por la tarde de ayer, los problemas se mudaron a la B Nacional. Fue en el choque entre Nueva Chicago y Gimnasia de Jujuy, el cual estuvo interrumpido por el enfrentamiento entre los policías y una facción de la barra.

Julio, un vecino del barrio, informó en Radio 10 que «hubo tiros, balas de gomas y gases» durante un enfrentamiento entre la policía y barras de Chicago, que querían ingresar al estadio sin entradas.

«Lo que ocurre acá es conocido por toda la dirigencia, por todos los políticos. Acá la pelea es por dinero, que se obtiene por las entradas. Acá hay dos facciones peleadas por el mismo botín. Hoy los que querían entrar eran los que no tienen las entradas y quieren el dinero», agregó.

Los hechos de violencia aumentan y las medidas implementadas son insuficientes, pero a pesar de estas situaciones la pelota rueda todos los fines de semana, porque, como siempre, «Todo Pasa».

 

Fuente: Infobae