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MUNDIAL. Los juveniles alcanzaron lo más alto del podio en Whitehorse

Antes de partir a Whitehorse, donde el Mundial los esperaba para que demuestren su gran capacidad y su talento, el equipo argentino protagonizó una entrevista en EL DIARIO. Prometieron convertirse en bicampeones mundiales y lo hicieron con la seguridad de los que saben que hicieron las cosas bien. Quedaron sus palabras resonando en un grabador, también la seguridad con la que afirmaron y reafirmaron la promesa que aún persiste en él.
Cumplieron, con creces. Se hicieron enormes en una casa ajena, lejos de su gente, lejos del apoyo incondicional de los miles de aficionados que una vez coparon el Nafaldo Cargnel. No los frenó nadie, porque para que eso sucediera era necesario mucho más que algunas carreras. Ellos fueron enormes de alma, de mente, llenos de hambre de gloria y ganas de seguir sumando páginas imborrables en la historia de un país.
Esta vez si que escasean las palabras, es que el segundo campeonato mundial de Argentina vuelve a robarse todo lo que uno puede pensar.
Miles, de verdad que miles, de seguidores lloraron y se emocionaron a la distancia, rompiendo las barreras de los kilómetros y sosteniendo las manos de esos 17 jugadores que mostraron ser los más duros que una roca.
El himno nacional copó el diamante de Whitehorse, y los chicos levantaron la copa. Argentina bicampeón, inolvidable…¡Gracias muchachos!
DOMINÓ DESDE EL PRINCIPIO. En el primer ataque de Argentina, el Albiceleste demostró ser el campeón moral. Salió a ganarlo, a pelearlo para adueñarse de la copa y festejar de nuevo.
El juego empezó con un infield hit de Alan Peker, quien fue seguido por Lihuel Angiolillio con un golpe del lanzador que le permitió llegar a la primera. Luego llegó Teo Migliavacca para impulsar la primera corrida del encuentro.
El pitcher neocelandés, que fue el mismo que se llevó la victoria ante los Albicelestes en el duelo por el pase directo a la final, no tuvo la misma actuación y sufrió los efectos de una Argentina decidida a salir campeona. Y eso no fue todo en la primera instancia del partido, porque los Nacionales tenían mucho más para dar. Sólidos, unidos y decididos, los argentinos mostraron su poderío gracias aun elevado de Román Godoy, quien impulsó a Angiolillio para sumar la segunda corrida. Así, sin mucho aviso, el equipo Invencible se puso arriba en el marcador en el comienzo del juego.
Salieron a defenderlo de la misma manera, sin regalar nada, confiando en sí mismos y disfrutando de ese presente que los metía de a poco en la historia que jamás podrá ser borrada. El paranaense lanzador de Don Bosco, Godoy, se plantó en el círculo y manejó el ritmo del partido con sus pitcheos aceitados y bien recibidos por Migliavacca. Mostraron su forma de jugar una y mil veces, y quizás es fue una de las claves para el bicampeonato que emocionó a todos.
Nueva Zelanda no tuvo mucho por hacer ante la acción albiceleste, debió soportar la gran defensa y las ganas incontenibles de festejar otra vez. Fueron dos batazos los que tocaron el diamante, pero no llegaron a destino, a lo que se sumó un strike out. Eso fue suficiente para que Argentina saliera al segundo ataque.
MÁS PARA ARGENTINA. Matías Zapata conectó un sencillo que lo plantó en la inicial, pero no logró tener el impulso necesario para seguir en camino y Argentina volvió al cuadro para defender la parte baja del período. Los Black Soxs volvieron a hacer el intento pero se toparon nuevamente con un equipo difícil de quebrar en todos sus fuertes. No fue suficiente lo realizado, y los representantes oceánicos debieron salir del diamante con un marcador en su contra.
Las entradas siguientes fueron parejas, aunque con Argentina siendo un poco más que su rival. Poco a poco el partido fue pasando, y la presión fue jugando en contra de los rivales negros. El bicampeón se hizo fuerte con el correr de los períodos y manejó el partido como quiso hacerlo.
Su entrenamiento fue otra de las claves, se notó en la cancha que a pesar de llegar con un largo partido encima, los Nacionales salieron a jugar con Nueva Zelanda con toda la fuerza de quien recién comienza. Y siguieron avanzando a paso firme, decididos a traer a Argentina lo que era y seguirá siendo de Argentina.
Con mucha garra el equipo siguió dando batalla, casi como si el marcador estuviera inclinado para los rivales. Los chicos siguieron sumando para asegurar cada vez más que la copa era de ellos.
En el sexto episodio, luego de muchas oportunidades que no lograron concretarse, Román Godoy recibió base por bolas y Huemul Mata lo siguió con un simple al jardinero central. Y nuevamente llegó él, Gonzalo Masmú, para darle otra alegría al equipo conducido por Julio Gamarci. Con un tres a cero más que merecido, el paranaense Matías Zapata se plantó e impulsó dos más para poner el 5 a 0 que hizo pensar en 2012, cuando Argentina venció a Japón en Paraná y logró el primer título mundial.
Pero no quedó todo ahí, no. Hubo más. Porque Teo Migliavacca impulsó la sexta, y de la mano, gracias al inmenso home run de Facundo Carril llegaron tres más. El resultado marcó 9 a 0 que sería definitivo
En la parte baja del sexto, con la concreción del último out, Argentina volvió a abrazarse, volvió a emocionarse, volvió a sentir esa piel de gallina y esas ganas de gritar sin parar.
Los Invencibles cumplieron su promesa, volvieron a poner a los Albicelestes en lo más alto del mundo, volvieron a darle gloria a los miles de aficionados que estuvieron detrás de la pantalla… volvieron a demostrar lo grande que es el softbol en el país que, por segunda vez y de forma consecutiva, gritó campeón.
¡Gracias Invencibles! En Argentina los esperan miles de abrazo. Regresen pronto.

“¡Lo hicimos de nuevo!”, manifestó el entrenador argentino, Julio Gamarci, una vez finalizado el partido. Con la voz quebrada, el paranaense aseguró que el título no fue casualidad: “Los chicos jugaron como saben hacerlo”.

Gonza, la pesadilla de Japón
Chiquito de estatura, gigante de corazón. Así demostró ser el paranaense Gonzalo Masmú en el duelo por el pase a la final que Argentina le ganó a Japón. Un encuentro parejo, con mucho dominio, en el que los nipones pegaron primero. Los Albicelestes lo ganaron de la manera soñada, en el noveno período y con dos outs. Dos strikes out en la cuenta de un jugador que en el encuentro anterior había conectado tres jonrones, y sumó uno más. Los Invencibles ganaron un partido para nunca olvidar y así sacaron boleto para jugar la final.

Fuente: El Diario