A partir de la llegada de Ramón Díaz, la idea comenzó a cobrar más y más fuerza. Daniel Alberto Passarella, cuestionado fuertemente por los hinchas que lo insultaron en diversas ocasiones en pleno estadio Monumental, el presidente con el que el equipo se fue a la B y luego retornó a Primera, el que levanta la bandera del triunfo en el campeonato económico, el mismo Kaiser tiraba una jugada de las buenas: traía al entrenador de la gente, de cara a un año electoral que iba a arrancar.
Y ayer la situación tomó un nuevo color. “Me confirmó Passarella que va a presentarse”, aseguró Omar Solassi, vicepresidente de la institución. No es casualidad lo que dijo el dirigente, y tampoco la ocasión. Todavía resta un año para que se efectivicen las elecciones internas en River, que tanto o más que en otras oportunidades promete ser muy caliente.
Justamente en la reelección de Passarella descansa parte del mensaje que es una de las mayores incógnitas riverplatenses de la actualidad. Y si bien el propio presidente ya lo había adelantado hace un año, cuando el equipo todavía estaba en la división de ascenso, al menos a través de sus voceros, se confirmó que el Kaiser planea ir por otro mandato que, dice, necesita imperiosamente para redondear el proceso que empezó hace tres.
“River ahora es el paraíso”, dijo Solassi e hizo recordar cuando el anterior mandatario, José María Aguilar, dijo que River era Aruba. Pero el actual dirigente aclaró: “Es el paraíso comparado con como encontramos al club… En cuatro años no se pueden hacer muchos cambios. Se necesita más tiempo y un presupuesto grande”, explicó Solassi, explayando el concepto, que involucra a Passarella, quien ahora se encuentra en Italia, pasando las fiestas y negociando la salida de Ezequiel Cirigliano, a quien River vendería en una cifra importante. Quizás, incluso, se va a evaluar una posible venta de Rogelio Funes Mori.
Así, Passarella aprovechara la llegada de Ramón Díaz y el armado de un equipo potente que pueda pelear el campeonato. De fondo, la dirigencia lo sabe: para renovar la confianza de la gente, necesita un título, un triunfo importante, una buena noticia que haga olvidar por un largo tiempo la tristeza del descenso. A por eso, entonces, van el Kaiser y su gente.
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