Luego de recaudar fondos para que deportistas argentinos viajen al torneo Sudamericano de Atletismo en Guayaquil, el influencer Santiago Smaratea anunció que el dinero sobrante tendría como destino el traslado del elefante mendocino Tamy a un santuario en Brasil, cuyo padecimiento de varias décadas en cautiverio junto a tres hembras de su misma especie, cobró relevancia en el último tiempo.
A partir de esto, el reconocido abogado y representante de famosos Martín Francolino, realizó una crítica a través de su página web y la red social Instagram, donde pone en tela de juicio al santuario brasileño y habla de las “no tan nobles” intenciones de funcionarios mendocinos, a la vez que destaca el trabajo de Tekove Mymba, fundación destinada a preservar el medio ambiente, la flora y la fauna, en el departamento Colón.
A la Justicia
En diálogo con El Entre Ríos, Martín Francolino comentó: “Conocí Tekove Mymba a través de Daniela Cardone (modelo), ferviente defensora de los elefantes. Visité el santuario, que es uno de los más grandes de Sudamérica, con 1.200 hectáreas donde alojan muchos animales en peligro de extinción, y está habilitado por Medio Ambiente de la Nación”.
“Quedan cuatro elefantes en la República Argentina y el santuario de Brasil se los quiere llevar, con solo 28 hectáreas. Piden que se les done dinero para mantenerlos, cuando ya se llevaron dos elefantas y se le terminaron muriendo, sin que expliquen los motivos”.
“No tienen veterinarios ni gente especializada en flora y fauna, animales autóctonos o salvajes. Es una sociedad presidida por dos economistas que recaudan dinero en una cuenta a nombre de la sociedad, pero la plata entra a otra cuenta que no tiene nada que ver”, señala.
En contraposición, “Tekove Mymba está queriendo los elefantes sin pedir un peso, simplemente quiere que como son nuestros últimos cuatro elefantes, queden en el país”.
Francolino dice que el tema ya está en la Justicia con el fin de “que expliquen los movimientos que hicieron con lo recibido para el traslado de los elefantes; ya llevan recaudado un millón de dólares. Acá hay posiblemente un tema de lavado de dinero”.
Por otra parte, el abogado indica que funcionarios mendocinos se opusieron a que el santuario de Entre Ríos reciba a los elefantes, aunque desconoce las razones.
El escrito textual de Francolino
Recientemente se hizo pública la colecta iniciada por el joven influencer Santiago Maratea para que el elefante Tamy, rescatado de un zoológico mendocino, pueda radicarse en el “santuario” brasilero, que presuntamente cuenta con 28 hectáreas de extensión.
Allí, fue a parar la elefanta Mara, también luego de una extensa recaudación monetaria, recaudación que también precedió a las tratativas para el traslado del elefante Pelusa, pero que fue sacrificado en Argentina -hecho avalado por el director del santuario brasilero que no es veterinario-, sin que nunca se brindaran explicaciones de qué se hizo con el dinero recaudado a ese efecto.
Las autoridades mendocinas que ya cerraron trato con el santuario de Brasil rechazaron el traslado de Tamy al santuario argentino a cargo de la fundación Tekove Mymba, dirigida por un veterinario, y que, a diferencia de las 28 hectáreas de Brasil, cuenta con 1220 hectáreas de extensión.
El santuario argentino no pide nada a cambio de recibir al elefante, pues lo único que persigue es el bienestar de los animales. Ello, a diferencia del santuario brasilero, que ya lleva recaudado casi un millón de pesos.
Los funcionarios argentinos ni siquiera tienen en cuenta el stress que producirá al animal el traslado hasta el país vecino y tampoco fiscalizaron las condiciones del santuario brasilero. Basta ver las fotos actuales de la elefanta Mara para concluir, sin ser un experto, que los elefantes no reciben allí los cuidados adecuados, pues se trata de una sociedad anónima -y no de una fundación- a cargo de personas inexpertas.
Lo más grave es que si uno incursiona en el acta constitutiva de la sociedad anónima privada brasilera que regentea el “Santuario”, observa que su capital societario es cero (monto irrisorio para tan magnífica tarea como la de preservar animales en peligro de extinción) y, además, contiene cláusulas que permiten disolver la sociedad de un día para el otro, sin mayores fundamentos, pudiendo dejar en abandono a los animales, haciéndose del dinero recaudado.
Una situación así se vivió con una reserva norteamericana, a cargo de privados, que decidió cerrar y sacrificó a todos los animales que vivían en el lugar.
No dudo de las nobles intenciones de Santiago Maratea, pero tampoco dudo de las no tan nobles intenciones de los funcionarios argentinos que rechazaron el traslado de Tamy a la reserva Tekove Mymba.