Agobiado por las polémicas que lo han envuelto en los últimos días de 2015, el arzobispo de Paraná, Juan Alberto Puiggari, resolvió apurar los traslados de sacerdotes y nombrar los reemplazos de los miembros del clero que han resuelto abandonar la curia malquistados con el jefe de la Iglesia.
Durante el período de receso de la curia, se dio a conocer una serie de designaciones de Puiggari que suponen el blanqueo de la situación de crisis que se desató por la renuncia del párroco de Santa Rosa de Lima, de Villaguay, José Dumoulin, y el pedido de traslado a la arquidiócesis de Buenos Aires del cura de San Benito Abad, Leonardo Tovar.
Dumoulin y Tovar han criticado duramente la política de Puiggari respecto de los dos casos de pedofilia que investiga la Justicia, y que involucran a los miembros del clero paranaense: Justo José Ilarraz y Marcelino Moya. El primero tiene un procesamiento dictado por la jueza Susana María Paola Firpo; el segundo tiene una causa abierta en los Tribunales de Villaguay; ambos, están suspendidos en el ejercicio de sus funciones pastorales mientras se sustancia la investigación judicial.
LOS CAMBIOS. Puiggari trasladó de Hernandarias al párroco de Nuestra Señora de la Merced, José María Zanuttini, y lo designó al frente de la parroquia de San Benito. El párroco Leonardo Tovar pidió una licencia especial, y se instalará en Buenos Aires, luego de batallar con Puiggari para que la Iglesia condenara con firmeza los abusos y se mostrara del lado de las víctimas.
La misma historia de Dumoulin, que renunció por carta que hizo pública a la parroquia de Villaguay. En el texto, le reprochó al arzobispo permitir la existencia de curas con doble vida y que los abusos continúen. El último sábado de 2015 y con la renuncia de Dumoulin hecha pública, Puiggari acudió a Villaguay y se reunió con un grupo de fieles, y entre ese grupo había una víctima de abusos y su mamá, que llamaron “mentiroso” al arzobispo luego de un fuerte cruce.
En la parroquia Santa Rosa de Lima, de Villaguay, Puiggari nombró al sacerdote Rafael Micheloud en reemplazo de Dumoulin.
También resolvió ubicar al cura Silvio Fariña, quien en abril de 2015 renunció como párroco de la Iglesia Catedral, al frente de la parroquia San Cayetano.
El párroco de San Cayetano, Miguel Guarascio, fue trasladado a la parroquia San Cipriano y San Francisco Javier, en Diamante.
En tanto, designó al sacerdote Ariel Gaitán en la parroquia Nuestra Señora de la Merced, en Seguí, adonde hasta julio último fue párroco Marcelino Moya, ahora suspendido en su función sacerdotal luego de que se abriera una causa en su contra en la Justicia por abuso de menores.
PÉRDIDAS
La renuncia a la Iglesia de Dumoulin y la mudanza a Buenos Aires de Tovar no son las únicas pérdidas que ha tenido la curia: a finales de 2012 renunció José Carlos Wendler, uno de los primeros impulsores de la investigación sobre Ilarraz; después, en 2014, dejó el sacerdocio Gustavo Mendoza, que también fue testigo en la causa judicial contra el sacerdote que fue prefecto de disciplina en el Seminario. En medio, otros miembros del clero fueron abandonando.