El arzobispo de Paraná, Juan Alberto Puiggari, pidió a las fuerzas políticas de la provincia que la campaña que llevará a las elecciones generales del domingo 25 de octubre se desarrolle en un clima de “serenidad y tranquilidad”.
Puiggari hizo suyo el documento que emitió el Episcopado argentino en marzo último, previo a las primarias abiertas, simultáneas y obligatorias (PASO), y lo hizo extensivo para las generales de octubre. Y dijo que las elecciones “periódicas y la alternancia en el ejercicio de las funciones de gobierno son elementos normales y al mismo tiempo indispensables de la vida republicana. Como tales, no habrían de encender violencias o generar enfrentamientos irreductibles, sino ser ocasión para un sano ejercicio de las libertades políticas y civiles”.
MADUREZ. “Es necesario crecer en madurez para que un cambio de autoridades no signifique una crisis sino una alternativa normal de la vida democrática”, apuntó, y en una relectura del documento de los obispos, invitó a los distintos candidatos a presentar sus propuestas “sin incurrir en agresiones. Que se traten con respeto y cordialidad por cuanto no son enemigos, sino adversarios circunstanciales que puedan continuar dialogando y trabajando juntos para el bien común, al día siguiente de la elección”.
“Es necesario crecer en madurez, para que un cambio de autoridades no signifique una crisis, sino una alternativa normal en la vida democrática y que todos los que aspiren a alcanzar alguna de las responsabilidades tengan presente que, en definitiva, lo que hace grande la vocación política es la búsqueda del bien común, y el deseo de servir a su pueblo, y no de servirse, como le gusta decir a Francisco”, dijo Puiggari.
Las declaraciones del arzobispo fueron en el marco de la homilía que pronunció ayer en la misa que se ofició frente a la Parroquia San Miguel, en la celebración del patrono de la provincia, San Miguel. La actividad se inició, a las 17, con una procesión que recorrió las calles adyacentes al templo, luego siguió con una misa y concluyó con un recital de la Banda de Música de la Policía.
La devoción a San Miguel, recordó Puiggari, se remonta a los tiempos en el que los jesuitas poblaron esta zona del país, y cuya estancia San Miguel, dijo, extendía sus dominios hasta el actual departamento de Diamante, aunque otras versiones hablan de que sólo llegaba hasta el extremo norte de Entre Ríos.
VOTACIÓN. El arzobispo contó la historia de la elección de San Miguel como patrono de Entre Ríos y de la Virgen del Rosario como patrona de Paraná. Recordó que en 1823 el entonces párroco Francisco Dionisio Álvarez “tuvo la idea de llamar a los feligreses a una votación para determinar quién sería el patrono de esta villa, que había nacido alrededor de la imagen venerada de Nuestra Señora del Rosario”.
“La elección –apuntó Puiggari– se realizó el 1 de enero de 1825, en donde nuestra madre fue elegida (patrona de Paraná) por la mayoría de votos. El entonces gobernador Justo José de Urquiza apoyó la petición del padre Acevedo, para que San Miguel fuera patrono de la provincia, y así, mediante la bula del papa Pío IX, se confirmó a San Miguel patrono de la provincia de Entre Ríos”.Entonces, enlazó ese hecho con la necesidad de que la población se funda en una devoción católica. “Si nosotros queremos estar cerca de Dios, no podemos evadirnos de nuestra historia –dijo–. Tenemos que sentirnos comprometidos con nuestra historia”.
E instó a los católicos a una conversión. “Nosotros deberíamos imitar a los ángeles, convertirnos en ángeles los unos a los otros, para que nos ayudemos a no apartarnos por los caminos equivocados, ángeles que nos ayudemos a orientar nuestra vida hacia Dios. Nos lo pedía el papa Francisco: caminen juntos, cuídense los unos a los otros, entre ustedes, no se hagan daño, cuiden la vida, cuiden la familia, cuiden la naturaleza, cuiden los niños, cuiden a los viejos, que no haya odio, pelea, dejen de lado la envidia, dialoguen, vayan creciendo en el corazón y acérquense a Dios”, pidió Puiggari.
Historia
La historia eclesiástica de Entre Ríos se mezcla con la historia fundacional de muchas ciudades.
Paraná creció a la sombra del primer templo. Por decreto del 23 de octubre de 1730, el Cabildo Eclesiástico de Buenos creó el curato “de la otra banda” del Paraná, y para dar ornamentos e imágenes al nuevo templo, se mandó traer todo lo que estaba ya en desuso en la capilla del Rincón, en Santa Fe. Entre esos elementos, llegó, en agosto de 1731, la imagen de la Virgen del Rosario, que todavía se conserva.
Pero a esa veneración a la Virgen pronto le nació una competencia: la herencia jesuítica en la zona había dejado un particular apego a la figura de San Miguel.
Juan José Segura, en Historia Eclesiástica de Entre Ríos, dice que parte de la provincia de Entre Ríos perteneció a los territorios que estaban bajo dominio de la Estancia San Miguel, de la Compañía de Jesús.
En 1592 los jesuitas se instalaron en la actual provincia de Corrientes, y se cree que en el norte de Entre Ríos hubo un oratorio de los jesuitas dedicado a San Miguel Arcángel.
Aunque la Compañía de Jesús fue expulsada de América en 1767, la devoción a San Miguel perduró y fue herencia en varios poblados, entre ellos, Entre Ríos.
En 1823 la confusión de devociones era tal, que un cura, Francisco Dionisio Álvarez, sometió el entuerto a votación.
La elección principal se realizó en la Plaza 1° de Mayo, el 1 de enero de 1825. También se realizó en Alcaraz y en La Matanza (actual Victoria).
En diciembre de 1851, el papa Pío IX confirmó a San Miguel Arcángel como patrono de Entre Ríos, ratificando la decisión de todo el pueblo entrerriano, especificando que cada 29 de septiembre “goce de todos los privilegios y prerrogativas que competen a los Santos Patronos Principales”.