Este 7 de septiembre se cumplen 25 años de la muerte de Myriam Alejandra Bianchi Scioli, conocida por su nombre artístico, Gilda. La cantante de cumbia supo ganarse el cariño y el apoyo del público con su música y su carisma, de tal forma que actualmente continúa vigente, incluso gracias a generaciones que no llegaron a conocerla en los escenarios, pero sí a través de sus canciones.
El trágico accidente en el que perdió la vida Gilda, con tal solo 34 años, ocurrió en pleno apogeo artístico de la intérprete. Sin dudas, esta será una de las fechas que quedará para siempre en el recuerdo de sus fanáticos y de quienes la descubrieron por su arte luego de su muerte.
Su carrera comenzó cuando respondió a un aviso en un periódico, donde pedían vocalistas para un grupo musical. Con el tiempo se transformó en Gilda, que viene de “Shyl”, apodo que su familia le puso cuando era tan solo una niña, y se lanzó como solista, consiguiendo ingresar como artista de las compañías discográficas, en un género que por entonces era exclusivo para voces masculinas o mujeres voluptuosas.
Pero su exitosa y corta carrera dieron sus frutos. Tras su recordada muerte, se incrementaron las ventas de sus álbumes, hasta lograr varios discos de oro, platino y doble platino. La artista se transformó en un ícono popular argentino por su arte y su historia. Incluso, tomó aún más popularidad cuando Natalia Oreiro protagonizó la película que cuenta su vida. “Su música y ella trasciende la frontera y el idioma”, sostuvo la actriz que se puso en la piel de la reina de la cumbia.
Pero no solo el filme de su vida, también muchos artistas hicieron nuevas versiones de sus temas como Attaque 77, Los Charros, Leo García, entre otros. Y por el nuevo aniversario de su muerte el sello Leader Music relanzó sus éxitos reversionados por Soledad, Brenda Asnicar y Natalie Pérez, para mantener viva la pasión por cantante en las nuevas generaciones.
Su hijo sobrevivió al accidente
Además de su historia, su carisma y sobre todo su música, el recuerdo vivo de Gilda quedó en su hijo, quien sobrevivió al accidente en el que la artista murió.
El 7 de septiembre de 1996 un camión embistió al autobús donde viajaba la cantante y producto del fuerte impacto falleció ella, su madre, su hija mayor, tres de sus músicos y el chofer del colectivo que iba camino al norte de Santa Fe. El trágico impacto ocurrió en el kilómetro 129 de la Ruta 12, en Entre Ríos.
Fabricio tenía ocho años, estaba en el micro y fue una de las personas que sobrevivió. El hombre de 33 años es uno de los encargados de mantener viva la memoria de su madre y lo hace siempre que puede compartiendo y colaborando con imágenes de su madre, tal como lo hizo con el filme que protagoniza Natalia Oreiro, con el que quedó conforme de cómo fue contada la vida de Gilda.
Hoy Gilda es esa imagen que trascendió como la famosa foto del Che o como el Amadeus cinematográfico que se impuso a la historia de Mozart. Gilda es la artista y su santificación. La imagen de Myriam mirando hacia arriba, como quien suspira y observa el cielo. Es la belleza de su rosto, la simpleza de su vestido celeste y el tocado de flores que corona su frente. También es la Gilda encarnada por Natalia Oreiro en una película; esa que quiere triunfar en el mundo de la música tropical. Primero, apenas con su voz y la timidez de sus movimientos de baile; luego, cuando ya estaba convertida en una cantante famosa, con una definitiva confianza en si misma, la gracia, la soltura y el carisma. Y esos versos que no se olvidan porque están amalgamados al sonido de su voz. “No me arrepiento de este amor, aunque me cueste el corazón. Amar es un milagro y yo te amé. Como nunca jamás lo imaginé”.
“Fuiste”, “Corazón valiente”, “Te necesito”, “No me arrepiento de este amor”, “Paisaje”. Necesitaba torcer el destino y lo hizo con canciones. Esposa, madre de dos hijos, maestra jardinera y cantante aficionada que hizo del escenario un modo de vida, aunque aquello terminara siendo por muy pocos años. Entre 1992 y 1995 grabó y publicó cuatro discos de cumbia: De corazón a corazón, La única, Pasito a pasito con… Gilda (aquél que trae su mayor éxito, “No me arrepiento de este amor”) y Corazón valiente. Había nacido en Devoto, barrio que para muchos era “de chetos”. Allí hizo la escuela primaria. En un colegio de Lugano, barrio donde se había mudado con su familia, cursó la secundaria, entre discos de Vox Dei, Sui Géneris y la banda de sonido de las películas de John Travolta. “Pero lo tropical no, porque en Capital no se conocía, excepto los Wawancó. Mis viejos bailaban con ellos”, contaba Gilda en 1996, en una entrevista registrada en video para su nuevo sello, Leader Music. De manera tangencial apareció el folklore en su vida. Alguna guitarreada de fogón, salpicada con canciones de artistas como Hernán Figueroa Reyes. Nada indicaba, hasta ese momento, que una década y media después terminaría siendo una de las más populares artistas de la música tropical argentina. Ni que con su cara angelical y su figura delgada rompería la regla, con tanta facilidad, que era tendencia en aquellos años(rubias voluptuosas pedía ese “mercado musical”).