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Tras las marchas, el Gobierno de Brasil promete un medidas anticorrupción

El funcionario dio una rueda de prensa para valorar las manifestaciones realizadas este domingo en decenas de ciudades de todo el país y afirmó que estas ocurrieron «dentro del orden democrático y con el mayor absoluto respeto a las autoridades».

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En este sentido, afirmó que solo «una minoría» de los brasileños defiende «posiciones extremistas y autoritarias» y dijo que la mayoría de la población «tiene un claro compromiso con la democracia».

Lo cierto es que la mayor manifestación contra Rousseff tuvo lugar en Sao Paulo, donde se congregaron cerca de un millón de personas, según cálculos de la Policía Militarizada, aunque hubo protestas en decenas de ciudades de todo el país.

Cardozo también sostuvo que el Gobierno brasileño «no fue debilitado» por las manifestaciones y afirmó que «sabe convivir con manifestaciones democráticas».

En la misma rueda de prensa, el titular de la Secretaría General de la Presidencia, Miguel Rossetto, afirmó que en las manifestaciones participaron «mayoritariamente sectores críticos» al Gobierno que en las elecciones del pasado octubre «no votaron» a Rousseff.

Rossetto dijo que las protestas contrarias al Gobierno «son legítimas», pero señaló que «no es aceptable» exigir el inicio de un juicio político con miras a la destitución de Rousseff, lo que fue demandado por incontables personas en las marchas del domingo.

Ese tipo de posturas son «infundadas» y suponen «una agresión a la democracia», en la valoración del Gobierno, sostuvo Rossetto.

Cardozo admitió que la sociedad brasileña «clama por el combate a la corrupción» y anunció que en los próximos días el Gobierno presentará un paquete de medidas para combatir este tipo de prácticas irregulares por parte de los políticos.

El paquete contra la corrupción, que fue una promesa electoral de Rousseff, incluirá medidas para acabar con la impunidad por delitos de este tipo.

Del mismo modo, el titular de Justicia sostuvo que Brasil necesita un cambio de su sistema electoral, que calificó como «anacrónico», y en el modelo de financiación de las campañas electorales.

Las protestas se centraron principalmente contra la corrupción y hubo también críticas generalizadas a Rousseff y al Partido de los Trabajadores (PT). En las calles los constantes gritos «Fuera Dilma» y los reclamos a favor de la destitución de Rousseff fueron frecuentes en todos los actos.

Además de la de Sao Paulo, se registraron manifestaciones con decenas de miles de personas en varias ciudades brasileñas, entre ellas Brasilia, Río de Janeiro, Belo Horizonte (Minas Gerais), Salvador (Bahía), Recife (Pernambuco), Fortaleza (Ceará) y Porto Alegre (Río Grande do Sul).