Con sus casi 5.000 habitantes, con su propia intendencia, con su historia, sus instituciones, su cementerio, su idiosincrasia de mate a la tarde en la plaza del tren, con los nombres de sus calles que refieren a la fauna plumífera de la zona, Oro Verde fue un punto urbano independiente que creció como un retoño de la ahora bicentenaria ciudad capital.
Un paranaense joven recuerda que ir hasta Oro Verde, a proveerse de carne de calidad a buen precio en lo de Gelo Rodríguez, era todo un viaje.
Y para cuando en Navidad y Año Nuevo las familias jóvenes radicadas en Paraná volvían a casas de sus padres, en las aldeas alemanas, sabían que ir hasta Protestante, Spatzenkutter o San Rafael, apenas salían de la capital a la hora en que el sol se apaga para dar lugar al crepúsculo que precede a la Nochebuena, era todo un viaje de ruta oscura, con luciérnagas en la banquina y apenas algunos arbolitos de luces de colores en las solitarias casas diseminadas junto al camino oscuro. El primer lugar de luces, apenas algunas luces de mercurio, era Oro Verde.
Con la llegada de la democracia, Oro Verde se animó a ser una ciudad desarrollada, y como eran tiempos propicios para la proliferación de universidades y sus carreras, entonces se abrieron nuevas facultades. Las ingenierías hicieron de Oro Verde una ciudad de estudiantes por excelencia.
Pronto, Oro Verde quedó incluida en Paraná, y el camino de pavimento con campo desierto a su alrededor fue poblándose más y más. Ya hace varios años que Oro Verde y Paraná son un mismo manchón urbano. Por la vera noreste –es decir yendo de la capital a la ciudad universitaria– hay una sucesión ininterrumpida de casas; eso sí, con espaciosos jardines abiertos en el frente, pero urbanidad al fin.
Oasis verde. Sólo un espacio verde se extiende, sobre la vera suroeste, sin contaminación de cemento ni hierros: se trata del haras del Ejército, un lugar de ensueño, con lomadas de pasto corto que dejan adivinar, allá lejos, un destino de río.
Se trata de un campo que se llama Paracao, como reza el letrero hecho con hierro forjado, en negro, sobre el portón de entrada, sostenido con columnas pintadas a la cal blanca.
Ese espacio, que es el sector verde que se mantiene casi como un oasis en plena urbanidad, podría llegar a ser protegido por ley del Congreso de la Nación, si prospera un proyecto de ley presentado por el diputado Julio Solanas (FpV) en la semana que terminó, que busca cerrarle camino a la chance de que se modifique el paisaje o se altere el orden biológico que garantiza esa extensión de tierra natural.
El proyecto del legislador nacional y ex intendente de Paraná destaca que esta ciudad ya cuenta con un sistema de áreas naturales protegidas, y alude al Monumento Natural Islote Municipal, creado el 21 de julio de 1995; o los paisajes protegidos municipales Balneario Thompson, que cuenta con esa protección desde 1997; Toma Vieja, desde 1969; el Parque Escolar Rural Enrique Berduc, también desde 1997, el Parque Ecológico Municipal José Gazzano, desde 1983; el Parque Urquiza, desde el 15 de octubre de 1997 y el Área Natural Protegida Municipal Parque Muttio, creada el 2 de septiembre de 1987.
Solanas considera que se podría completar el anillo de áreas protegidas en torno de la capital entrerriana, en este caso aportando su beneficio a la propia Oro Verde, declarando a el campo Paracao también como área protegida.
“Además que resulta de estricta justicia, por los antecedentes de áreas protegidas, proteger también al Paracao, consideramos que es necesario e imprescindible asegurar la continuidad de la conservación de la diversidad biológica”, dijo Solanas a EL DIARIO.
El campo es de propiedad del Ejército Argentino, y el proyecto no pretende quitarlo de esa órbita, pero sí limitar su uso y garantizar la protección de la biodiversidad y el paisaje. Es comprensible, si se considera que la tierra puede ser objeto, a futuro, de otras miradas comerciales.
Valioso. Aunque el proyecto de protección alude directamente al valor que tiene el campo desde el punto de vista de la biodiversidad, EL DIARIO consultó a referentes de entidades rurales e inmobiliarias, quienes destacaron que desde el punto de vista del inmueble, el campo castrense “tiene un enorme valor”. Destacaron en tal sentido que el haras comprende unas 400 hectáreas en una zona donde cada hectárea se cotiza en 10.000 dólares. Así, el campo que se busca proteger ahora tiene un valor de mercado de 4 millones de dólares.
El zona agroecológica –extraordianariamente apta para el cultivo– y su proximidad a las dos ciudades, Paraná y Oro Verde, además del hecho de que se trate de un campo que está a la vera de la ruta 11, hacen del campo un sector muy codiciado.
La iniciativa del legislador kirchnerista, apunta a que “el área de conservación Campo Paracao” permanezca bajo la jurisdicción del Ejército Argentino, “que será la única y exclusiva autoridad de aplicación de la ley”.
Y luego pasa a establecer claras prohibiciones al momento de hablar del uso. “Queda prohibida toda explotación económica con excepción de las vinculadas con las actividades recreativas”. “Además queda expresamente prohibido lo siguiente: a) La enajenación y arrendamiento del “área de conservación Campo Paracao”. b) La caza y cualquier otro tipo de acción sobre la fauna; salvo que Y luego pasa a establecer claras prohibiciones al momento de hablar del uso. “Queda prohibida toda explotación económica con excepción de las vinculadas con las actividades recreativas”. “Además queda expresamente prohibido lo siguiente: a) La enajenación y arrendamiento del “área de conservación Campo Paracao”. b) La caza y cualquier otro tipo de acción sobre la fauna; salvo que fuere necesaria por razones de orden biológico, técnico o científico que aconsejen la captura o reducción de ejemplares de determinadas especies. c) La introducción, trasplantes y propagación de fauna y flora exóticas. d) La introducción de animales domésticos, con excepción de los necesarios para la atención de las situaciones mencionadas en el artículo 5° respecto de las actividades recreativas. e) Toda acción u omisión que pudiera originar alguna modificación del paisaje o del equilibrio biológico, salvo las derivadas de medidas esencialmente militares conducentes a la defensa nacional, de acuerdo con los objetivos y políticas vigentes en la materia. f) La construcción de edificios o instalaciones, caminos u otras obras físicas, con excepción de aquellas necesarias para la administración, control y manejo, y las que pudieran autorizarse a los efectos de actividades recreativas, previo estudio de impacto ambiental”.
AL MARGEN
Vocablo. Paracao es un territorio al que sus antiguos habitantes, los Chana Timbú, lo llamaron así, significando “el mar que da la vuelta”, y así es como se lo ve desde las barrancas de Parque Nuevo. Otros –ilustra el proyecto– aseveran que es un vocablo charrúa en el que “para” quiere decir “lugar” y “cao” significa “loro”, por lo tanto puede traducirse como paraje de loros. Pero para Filiberto Reula, el término es un derivado de la lengua portuguesa donde “paraçao” sería sinónimo de “parada o posta”.
Futuro
La finalidad de establecer esta “área de conservación” es que constituyan una herramienta fundamental para la preservación de la biodiversidad y la variabilidad genética; el mantenimiento de procesos ecológicos y la capacidad productiva de los ecosistemas; prevenir daños irreversibles en el legado natural común a la humanidad; y brindar escenarios apropiados para la investigación científica, la educación, capacitación, recreación, la producción y el turismo”, señala en sus fundamentos el proyecto. Solanas habla de “la necesidad del cambio de paradigmas que en materia de políticas públicas debemos proyectar sobre cuestiones de trascendencia humana con miradas a largo plazo focalizadas en temáticas centrales como lo son la sustentabilidad social, económica y ecológica”.
Fuente: El Diario