Antes de conocerse la sentencia que absolvió a los 13 acusados por la desaparición de “Marita” Verón, su madre, Susana Trimarco, recibió una carta anónima de un funcionario del Poder Judicial, que aseguraba que Rubén “La Chancha” Alé había intentado sobornar de los jueces.
Tras conocerse el fallo, Trimarco no tuvo tapujos a la hora de criticarlo. “Fue un acto de corrupción, una estafa”, sentenció.
Todos conocen a Alé en Tucumán por sus vínculos con la política y el fútbol. Pero por lo bajo se habla de prostitución, drogas, tráfico de drogas, usurpación de tierras y una interminable lista de delitos. ¿Cómo llegó este ex barra brava de San Martín a manejar una flota de 600 remises, tender puentes con el poder político y terminar vinculado a la desaparición de Marita Verón?
La historia de Alé comienza en los ‘80, cuando lideraba “La banda de los Alé” junto a su hermano Ángel, más conocido como Mono. Se habían impuesto frente a otro grupo denominado Los Gardelitos en la interna por la conducción de la barra brava de San Martín de Tucumán.
Ambos tenían antecedentes con la justicia. La propia “Chancha” había estado cuatro años preso por un intento de homicidio. Y junto a su hermano “zafaron” de varias causas, incluido el asesinato de dos miembros de Los Gardelitos.
Según Cosecha Roja, en los ’90 comenzó a vincularse a la política hasta convertirse enahijado político del vicegobernador menemista Fernando Juri. Pasó de custodio de Carlos Menem en sus visitas a Tucumán a candidato a legislador de la capital tucumana y de la provincia. “Su flota de remises, puesta al servicio del poder político, funcionaba como una enorme red de control territorial”, advierte la red de periodistas judiciales de Latinoamérica.
La crisis del 2001 golpeó todos los órdenes, incluido el fútbol. Con grandes promesas,Alé logró hacerse cargo del plantel de San Martín, a través de la empresaGerenciadora del NOA. El éxito fue absoluto: en pocos años el club pasó de jugar un campeonato regional a estar en primera. Y así las cosas, en 2008 llegó a la presidencia del club. Por vía democrática.
En Tucumán son muchos los que aseguran que el cargo le vino al pelo para manejar sus negocios ilegales. Y la barra brava le sirvió como fuerza de choque.
Caso Salinas
En su última entrevista antes de su suicidio, el empresario Alfredo Yabrán aseguraba aPágina/12 que “el poder es tener impunidad”. La misma que denunció Trimarco. Alé siempre fue una de las fichas preferidas de sus imputaciones. Asegura que entre sus negocios hay droga y prostitución. Y sus vínculos con el Poder Judicial siempre fueron unoff de récord del que todos hablan por lo bajo en Tucumán.
A comienzos de los ’90, el abogado Jorge Lobo Aragón estaba amenazado de muerte. Como secretario de la Corte Suprema provincial, tenía a cargo el Caso Salinas, un homicidio por el que estaban acusados los hermanos Alé y su padre. “Les dicté la prisión preventiva desde un hotel afuera de San Miguel, rodeado de policías”, recordó a Cosecha Roja.
Los hermanos pasaron dos años tras las rejas y su padre consiguió la prisión domiciliaria por sus presuntos problemas de salud. Hasta que llegó el juicio oral. “Les encontraron un automóvil lleno de granadas, ametralladoras, una Itaca. Tenían un arsenal en el auto del padre. Estaba absolutamente demostrado que eran autores del ilícito”, contó Lobo Aragón. Pero no los condenaron. “Por miedo, los jueces tiene pánico”, aclara el abogado.
Pese a su investidura, Lobo Aragón recibió varias amenazas de bomba. Su estudio fue tiroteado tres veces. Todo eso desde que requirió la elevación a juicio de cinco causas contra los hermanos Alé, que por ahora están cajoneadas.
Caso Verón
Con los años, los Alé consolidaron sus negocios (legales) en Tucumán. Urgente 24aseguran que son dueños de casas de juego, campos, el boliche bailable Five Stars y varias empresas de transporte, entre ellas, la remisería 5 Estrellas. Una vecina de Marita afirmó que en uno de sus 600 autos habrían secuestrado a Marita Verón hace 10 años y 8 meses.
«La Chancha» fue pareja de al menos una imputada por la desaparición de Marita, María Jesús Rivero. También se dice que salió con Daniela Milhein, también acusada y absuelta, aunque esta declaró en el juicio que Alé «la obligó a ejercer la prostitución». E insistió: «No fui su mujer. Él me hacía trabajar«.
La Nación cuenta que un día Daniel Verón, el padre de Marita, fue citado por el propio Alé. Estaba furioso por las denuncias de Trimarco. El mensaje fue claro: le recomendó que le pegue un cachetazo para que deje de vincularlo al secuestro de su hija. Pero ella nunca calló. Jamás. Al parecer, en Tucumán, es la única que no le tiene miedo.