Abusos en el Seminario: La pericia psíquica al cura Ilarraz en Paraná será la segunda semana de abril
La pericia a la que deberá someterse el cura Justo José Ilarraz tiene fecha: será los días 6, 7 y 8 de abril, y ello supone que el sacerdote deberá viajar desde Tucumán, adonde se afincó desde que fuera expulsado de la diócesis de Paraná, en 1996, y entrevistarse, a lo largo de tres días, con médicos, psicólogos y psiquiatras judiciales.
Ilarraz, quien carga con una investigación judicial en su contra por abusos contra menores que ocurrieron en el Seminario de Paraná, donde fue prefecto de disciplina y administrador entre los años 1985 y 1993, no ha vuelto a oficiar misa en forma pública desde septiembre de 2012, cuando fue suspendido como sacerdote.
La jueza Susana María Paola Firpo, titular del Juzgado de Transición Nº 2, que leva adelante la causa caratulada “Ilarraz Justo José s/Promoción a la corrupción agravada”, había pedido al equipo médico forense del Superior Tribunal de Justicia (STJ), que fijara fecha para esa pericia, que será psicológica y física, y que dará cuenta de la aptitud, o no, de Ilarraz para afrontar un proceso penal.
Desde hace dos días la jueza Firpo está en conocimiento de la fecha exacta de la pericia, pero se había negado a darlo a conocer en forma anticipada. Ni el fiscal, ni los querellantes de la causa Ilarraz, habían podido acceder a ese dato con antelación. Recién se enteraron ayer, cuando empezaron a recibir los oficios judiciales. Ayer se confirmó la información.
¿Habrá peritos de parte?
La causa judicial que investiga los abusos del cura Justo José Ilarraz tiene, desde finales de 2014, querella unificada.
Hasta ese momento, actuaban tres equipos de querellantes: Milton Urrutia, Marcos Rodríguez Allende y Rosario Romero. Pero la jueza Susana María Paola Firpo decidió unificar la querella en la abogada Romero, aún cuando los otros querellantes tienen la posibilidad de continuar abocados a la causa penal.
Prueba de la coordinación que existe es la posibilidad que se baraja por estas horas de solicitar que haya peritos de parte que evalúen al cura Ilarraz cuando debe someterse a la pericia física y psíquica, a principios de abril próximo.
“Entiendo que puede resultar necesario que haya peritos de parte –de la querella y también de la defensa– de modo que se pueda aventar cualquier indicio de incapacidad que le impida al acusado declarar en la causa, como todos esperamos que ocurra después de la pericia”, dijo una fuente de la Justicia.
Otra fuente de la causa dijo que se trata nada más que una formalidad, por cuanto es usual que los peritos de parte coincidan en su diagnóstico con los peritos oficiales.
“De todos modos –aclaró– todas las partes tienen derecho a mandar a su perito”.
Luego de esa pericia, querellantes y fiscal aguardan que se aceleren los tiempos y se llegue rápidamente a la indagatoria de Ilarraz.
Encuentro
El nombre de Ilarraz comenzó a sonar con fuerza a partir de los primeros días del mes de septiembre de 2012 cuando la revista Análisis puso en tapa el tema de la historia de los abusos atribuidos al cura, bajo el título “El abusador que ocultó la Iglesia”.
Ilarraz nació en Paraná el 9 de julio de 1958 y con tan sólo 11 años ingresó al Seminario, donde cursó la secundaria como pupilo, entre 1972 y 1976, y al año siguiente empezó con los estudios superiores para, después, ordenarse como sacerdote, en 1983.
Siendo pupilo, Ilarraz fue abusado en el Seminario, según lo contó el fallecido sacerdote Emilio Senger durante la investigación diocesana que el exarzobispo Estanislao Esteban Karlic mandó a realizar en 1995.
Karlic hizo investigar a Ilarraz no bien escuchó las primeras denuncias de las víctimas, aunque olvidó un dato clave: jamás participó al principal involucrado de los cargos que pesaban en su contra, y lo juzgó y lo sancionó en ausencia.
En 1996, cuando concluyó ese sumario, lo envió al destierro, y le prohibió pisar nuevamente el obispado. Cuando llegue en abril, para someterse a una pericia en el marco de una causa penal en su contra, será la primera visita “oficial” que haga a la diócesis después de aquella expulsión.
Ilarraz fue muy cercano a Karlic. El Gallego, como todos lo conocían, llegó al Seminario nombrado por Karlic para hacerse cargo de los menores que ingresaban como pupilos a cursar el seminario, orientados a proseguir con estudios superiores hacia el sacerdocio.
También lo había impulsado para ocuparse de la promoción de las vocaciones, y recorrer pueblos cercanos para convencer a los jóvenes de seguir la carrera sacerdotal.
En el ejercicio de ese puesto clave, director espiritual y confesor de jóvenes, Ilarraz cometió los abusos, según lo relataron siete víctimas que accedieron a brindar su testimonio en Tribunales. “Un día, alrededor de las 0 horas, mientras yo estaba durmiendo en el pabellón, junto a mis compañeros de 1º y 2º año, Ilarraz se me acercó a la cama, se metió debajo de las sábanas y comenzó a hablarme de la amistad profunda que había entre los dos, y a medida que iba hablando, colocó su mano sobre mi vientre y rozaba el calzoncillo, hasta lograr excitarme”, contó una de las víctimas, y su testimonio está en el expediente judicial.
Una cadena. Antes que nadie, la Iglesia supo de esos abusos.
Los hechos ocurrieron así: una víctima se lo comentó a un “bedel” –un estudiante avanzado del Seminario–; ese “bedel” es el ahora sacerdote Pedro Barzán, y Barzán lo puso al tanto al entonces rector del Seminario, el actual arzobispo de Paraná, Juan Alberto Puiggari.
El paso siguiente fue la decisión de Puiggari de informar de los hechos al arzobispo Karlic. Algunos dicen que se enteró en los primeros años de 1990, aunque la investigación interna recién se ordenó en 1995.
El cura Silvio Fariña, párroco de la Iglesia Catedral, tuvo la misión de actuar como sumariante, y fue quien escuchó el testimonio a las víctimas, en ocasiones, incluso, acompañado por el propio Karlic.
Al año siguiente, 1996, la Iglesia de Paraná decidió expulsar a Ilarraz, y le prohibió acercarse a la diócesis y a los seminaristas. Antes, en 1993, el arzobispo lo había autorizado a ausentarse y viajar a Roma, a cursar la Licenciatura en Misionología, dispensa que luego se extendió hasta 1996.
Ilarraz volvió al país en los primeros meses de 1997, y primero vivió en Buenos Aires, y después se radicó en Tucumán.
El obispo, Enrique Witte, de Concepción, Tucumán, le permitió volver a la Iglesia. Le dieron una parroquia a su cuidado, Sagrado Corazón, en la localidad de Monteros, adonde estuvo hasta el 7 de septiembre de 2012, cuando lo suspendieron como cura.
El 21 de mayo de 2004 el exarzobispo de Paraná Mario Maulión firmó el decreto Nº 78 por el que le otorgó la excardinación, y la posibilidad de que se mudara efectivamente a Tucumán. Pero nunca se inició un proceso canónico en su contra ni tampoco nadie en la Iglesia tomó la determinación de denunciar el delito de abuso en la Justicia.