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Cambiaron de cárcel a condenado por violar a menores

o_1460360021José Alejandro Guerrero, de 47 años que fuera condenado a 12 años de cárcel por el abuso de menores y se encontraba alojado en la Unidad Granja N° 9 El Potrero, fue trasladado este domingo a la Unidad penal N° 7 de Gualeguay por orden del juzgado de Ejecución de Penas de Gualeguaychú, lo que fue confirmado por el director de esa cárcel, prefecto Bossi.

Guerrero tuvo que ser alojado en esa Unidad, luego de no ser aceptado por el resto de la población carcelaria. Como no es posible que un interno viva bajo esas condiciones, se habría resuelto el traslado por parte del juez de Ejecución de Penas, Carlos Rossi.

El Director del Servicio Penitenciario de Entre Ríos, José Luis Mondragón, había dicho que desde la institución confiaban en que «con el correr de los días iba a encontrar algún grupo que lo contenga», pero evidentemente esto no fue así y por ello se dispuso el traslado.

La historia del depravado

En 2009 trascendieron dos casos de abuso de menores en los que fue imputado Guerrero. En aquella oportunidad, tras la denuncia de padres de las víctimas, fue escrachado en su domicilio de calle Gualeguay y debió abandonar el barrio.

Tras ello recayó en un departamento de calle Fray Mocho y luego en un complejo de bungalows camino al Ñandubaysal denominado «Rincón de los Sauces», donde cumplía funciones como cuidador. Mientras tanto, en febrero de 2012 fue llevado a juicio en Gualeguay, y bajo el anterior sistema de Justicia, fue condenado por la Cámara del Crimen a una pena de prisión condicional de 3 años y realizar tareas comunitarias.

Nada más se supo de él hasta que mitad del 2015 se conoció una denuncia que realizó la madre de un niño que -al igual que en los casos anteriores- era amigo del hijo de Guerrero. En esa denuncia se relató como el denunciado trató de intimar con el menor con tocamientos y pasándole la lengua por el cuello.

Pero tras hacerse pública esa denuncia, otra madre se animó y lo denunció por un hecho más grave. Guerrero había abusado sexualmente con acceso carnal de su hijo cuando tenía 10 años y hasta que cumplió los 14.

O sea, que mientras era condenado a la pena condicional de tres años por parte de la Cámara del Crimen de Gualeguay, Guerrero abusaba simultáneamente de otro menor, primero en el departamento de calle Fray Mocho y luego en una de las cabañas que cuidaba en el complejo camino al Ñandubaysal.

La modalidad que utilizaba Guerrero siempre fue la misma: las víctimas eran amigos de su hijo y se ganaba la confianza de madres y padres, que nunca imaginaron vivir algo semejante.

Primero le mostraba fotos de sus partes íntimas y luego los interrogaba «cómo la tenían», y si ya habían experimentado relaciones sexuales con mujeres. Mientras tanto se daban ese tipo de conversaciones, Guerrero intentaba que sus víctimas lo tocaran y como no lo hacían era él quien los tocaba.

Al menor de 10 años llegó a penetrarlo en dos oportunidades durante esa edad, pero los abusos continuaron cuando lo llevaba engañado a que iba a estar con su amigo en el complejo y cuando arribaban lo encerraba en su habitación, lo penetraba y le practicaba sexo oral. Incluso logró que el menor lo penetrara, amenazándolo que iba a contar lo que hacían y que le iba a decir a todos que era «puto».

Todos estos hechos que fueron relatados por el menor en Cámara Gesell, que son fuertes al leer y escuchar, le sirvieron al fiscal para probar e imputar a Guerrero de corrupción de menores, una figura penal más grave que el abuso. Los factores que propiciaron esta imputación fueron la temprana edad de la víctima y la reiteración de los hechos, los cuales son suficientes como para «desviar el libre crecimiento psico-sexual esperable y normal de la víctima».

El segundo hecho fue de menor tenor, pero no por ello menos traumático para la víctima que también tenía 10 años al momento que se realizó la denuncia el 14 de junio de 2015. Desde el 2013 y hasta esa fecha, Guerrero manoseó e intentó llegar más lejos, aprovechándose de la amistad que el niño tenía con su hijo y de la confianza que él se había ganado con los padres.

La perversa modalidad era siempre la misma. Le mostraba sus partes al niño y le tocaba el pene, al tiempo que le decía al menor «tocame así se me para ya sabés que». El día que se radicó la denuncia fue cuando la víctima le contó a su madre que Guerrero le había tocado el pene y que le había dado besos en el cuello.

La condena

Por la cantidad de pruebas recogidas en la Investigación Penal Preparatoria (IPP) y los antecedentes condenatorios, Guerrero no tuvo alternativa y accedió a un acuerdo en juicio abreviado, condenándolo a 11 años por los delitos de corrupción de menores (en la modalidad promoción) agravada por haberse cometido mediante amenazas, consumados en forma reiterada bajo la modalidad de delito continuado, y abusos sexual simples reiterados.

Pero además se revocó la condicionalidad de la pena aplicada por el Tribunal de Juicios de Gualeguay el 13 de febrero de 2012 de tres años de prisión condicional y se procedió a la acumulación de penas estableciéndose 12 años de prisión efectiva como pena única.

Esta sentencia adquirió firmeza automáticamente porque las partes -como en todo proceso abreviado – renuncian a los plazos procesales. Por ello, Guerrero fue trasladado desde los Tribunales de Gualeguaychú directamente a la Unidad Penal Nº 9 Colonia El Potrero, donde ya cumple con lo dictaminado.