Mutilado. Sin cabeza, con las extremidades seccionadas y con cortes en el cuerpo para dificultar su identificación. Así apareció el cuerpo de Josefina López, de 17 años, en un monte de Concordia, luego de que permaneciera desaparecida durante 27 días.
Ayer el Tribunal de Juicio y Apelaciones de Concordia condenó a Juan Carlos Acuña, alias Víbora, a prisión perpetua por el homicidio doblemente agravado por alevosía y por violencia de género ocurrido el 29 de julio de 2015.
Se presume que ese día, en un horario que se estima alrededor de las 22.40, la joven se habría encontrado con Acuña en las inmediaciones de una parada de colectivo cercana a la casa donde vivía el hombre, tal como habían acordado previamente a través del sistema de mensajería de la red social Facebook, y que luego se dirigieron hasta un predio conocido como El Saladero o El Naranjal de Pereda, donde Acuña golpeó a Josefina con un trozo de mampostería en la cabeza, provocándole la muerte.
El tribunal, además, mantuvo la prisión preventiva, a pesar de que la sentencia no está firme, por lo que Acuña continuará detenido en la Unidad Penal Número 1 de Paraná.
El veredicto fue celebrado por los allegados de Josefina López. La pareja del padre de la joven, Rosa Eva Blanco, resaltó que Acuña “recibió lo que se merecía; tenía que pagar por lo que le hizo a Josefina y no queríamos que otra víctima más pase por él”.
En tanto, el abogado de la familia, Francisco Azcué, aseguró que el fallo “fue impecable, ejemplar. Se hizo una excelente interpretación de la prueba”.
En tanto, la dirigente del movimiento de mujeres y candidata a diputada por el Movimiento Socialista de los Trabajadores (MST) Nadia Burgos, que acompañó a los familiares de Josefina en el juicio, resaltó que “el fallo es de una gran importancia para seguir asentando nuestra lucha, porque es importante que la justicia reconozca, visibilice y dé cuenta de que nos están matando por ser mujeres; que Josefina no se sometió y por eso está muerta. Por eso es importante este fallo”, afirmó.
Perfil
Juan Carlos Acuña, alias Víbora, se presenta como albañil, ex boxeador profesional y que trabajaba en la cosecha de arándanos. Tiene 47 años y nació en la localidad de Baradero, provincia de Buenos Aires.
Antes del crimen de Josefina, el hombre había sido procesado por el intento de violación y tentativa de homicidio de una adolescente de 14 años en San Pedro, aunque ocultó ese hecho de su pasado y, a su llegada a Concordia, solo dijo que había estado detenido por una pelea callejera.
En el juicio surgió también que había abusado de su propia hermana y que había ejercido violencia de género contra su ex pareja y madre de sus cinco hijos, de acuerdo con los testimonios aportados ante el tribunal.
EXTORSIÓN Y AMENAZAS. De los testimonios producidos en el juicio surge que Josefina tenía una especial sensibilidad por sus hermanos mellizos y los magistrados consideran que Acuña “utilizó esa debilidad para amedrentarla” e inclusive la propia joven contó algunos allegados que Acuña la acosaba y le manifestaba que se iba a vengar con sus hermanos porque, aparentemente, ella le exigía dinero para no contarle a su tía que le era infiel.
La pareja del padre de Josefina, por ejemplo, contó en el juicio que un día la joven le mostró un mensaje de texto que le envió Acuña donde decía: “Tengo una fiesta, tengo 200, tenés una amiga”. La joven, según recordó, le dijo que no sabía a qué se refería. Lo mimo contó la madre de la víctima.
“Frases tales (anunciando un mal concreto) que pronunciada por un hombre mayor a una adolescente, en el marco de una relación intrafamiliar de secretos, engaños y exigencias, conociendo Acuña el escenario y teniendo acceso a los niños por la relación familiar que vivían, generan en la destinataria un lógico y concreto temor por la posibilidad de ocurrencia del mal anunciado; al punto tal atemorizó a Josefina que intentó acudir a la Policía buscando el acompañamiento justamente de alguien cercano a ella pero alejada del grupo familiar donde tenía presencia y acción Acuña”, consignó el tribunal en el fallo que se dio a conocer ayer.
LA CONFESIÓN. El tribunal descartó la versión de Acuña respecto de que se había confesado el crimen luego de ser sometido a apremios ilegales por parte de la Policía. De hecho, su testimonio quedó descartado por los dichos de una tía de Josefina, que era pareja de Acuña, quien escuchó de boca del propio acusado la confesión: “Sí yo la maté, yo lo hice; la corté con una lata, una chapa”, declaró la mujer que le contó el femicida.
Sin embargo, los jueces advirtieron sobre algunas irregularidades en la actuación policial, porque “actuaron generando un escenario propicio para procurar en forma indirecta dichas manifestaciones y constituirse en testigos de oídas”.
Según el tribunal, ese encuentro en la alcaidía de los tribunales de Concordia “fue una labor de puesta en escena para la obtención de un resultado, para inducir a Acuña a manifestarse”, delante de quien entonces era su pareja, la tía de Josefina.
Por eso, la “confesión” de Acuña fue descartada como prueba. No obstante, se tuvieron en cuenta otros elementos para sostener la condena del femicida.
El fallo
La familia López se mostró conmovida y conforme con el fallo. El padre de Josefina, Gustavo López, agradeció entre lágrimas «a los jueces y a Rosa, que anduvo luchando tanto». «La Justicia es lenta pero ahora por lo menos Carlos Acuña se va a podrir en la cárcel y no va a haber ninguna víctima más, ninguna Josefina más», expresó el hombre.