
Wagner tiene 71 años y está purgando una condena de cuatro años y seis meses de prisión que le impuso el tribunal oral el 8 de julio pasado por administrar una cocina de cocaína en un campo de su propiedad ubicado sobre la ruta provincial 20, en Gilbert, departamento Uruguay, pero mantuvo la prisión domiciliaria.
En los días siguientes, Wagner protagonizó una serie de escándalos que develaron, por un lado, que seguía vinculado a una red dedicada a la venta de drogas al menudeo en distintas localidades; y, por el otro, cómo violaba el arresto domiciliario, al ser retratado en una fiesta patronal en un salón deportivo de la localidad de Santa Anita.
Esa foto se publicó en el portal Día Uno Noticias y entonces el fiscal general José Ignacio Candioti pidió que se le revoque el beneficio.
El tribunal hizo lugar al planteo y en una resolución que se conoció ayer consignó que se había comprobado “la violación al deber de permanencia en el domicilio, sin que mediara pedido alguno para justificar esos retiros”.
Fotos que comprometen
El único elemento que valoró el tribunal fue un informe que presentó el fiscal Candioti unos días después de la audiencia donde se advertía “ahora sí de manera elocuente y concisa, con referencia de días, horarios y circunstancias en que personal encargado del seguimiento en el marco de la causa (en la que está nuevamente imputado) advierte al citado Wagner saliendo del domicilio en el que debe residir, trasladándose en compañía de un tal Fonseca Cardozo, en un automóvil VW Cady hacia la localidad de Urdinarrain, en alguna oportunidad, y a Concepción de Uruguay, en otra”.
De allí que el tribunal consideró que las salidas se habían concretado “violando las condiciones en que se le otorgara el beneficio en cuestión, y sin que obren en los actuados pedidos expresos que hubieran justificado tal acción, es decir que esos retiros del domicilio se hicieron de manera subrepticia”.
Con estos fundamentos, los jueces Roberto López Arango, Lilia Carnero y Noemí Berros le revocaron el beneficio del arresto domiciliario y ayer, alrededor de las 18, Wagner ingresó a la cárcel de Concepción del Uruguay, donde cumplirá el resto de su condena por delitos de narcotráfico, según se confirmó a EL DIARIO.
Las pruebas descartadas
Sin embargo, el tribunal desestimó la mayoría de las consideraciones que expuso el fiscal en la audiencia oral donde solicitó que se le revoque el arresto domiciliario y se disponga la detención de Wagner.
Respecto de la foto que lo mostraba en una fiesta patronal de la localidad de Santa Anita, el 24 de julio, el tribunal consideró que “adolece de cierta impresión sobre la fuente, porque no se conoce la identidad de la persona que tomó la fotografía, en el lugar indicado, ni la identidad del familiar que supuestamente la recibió en la localidad de Maciá, y quien fuera que se la hizo llegar al informante”, es decir, al periodista que la publicó. “Se trata de datos aportados por terceros desconocidos, lo cual quita certeza a la información, como para con ello pretender revocar un beneficio concedido de manera justificada”, acotó el tribunal en su resolución.
Tampoco se tuvo en cuenta el informe donde policías provinciales dejaron asentado que el 8 de agosto debieron concurrir tres veces al campo donde vive Wagner para notificarlo de la audiencia donde debía realizar su descargo por la foto que lo mostraba en la fiesta de Santa Anita, porque “la experiencia diaria pone en tela de juicio la disposición y eficacia del personal policial al momento de cumplir labores auxiliares de la justicia, concretando citaciones o localización de personas”, dice la resolución.
También se desestimó un informe policial sobre el allanamiento realizado el 21 de julio en el campo donde vivía Wagner y que señalaba que el condenado narcotraficante había sido “‘reducido’ (sic) en proximidades de la vivienda y a un galpón contiguo cerrado con un candado a cuya apertura colaboró brindando la llave”.
Quién es Wagner
El campo donde Alfredo Oscar Wagner cumplía prisión domiciliaria es el mismo donde había montado un laboratorio clandestino de cocaína que funcionó, por lo menos, durante siete meses, hasta su detención el 8 de octubre de 2014.
Los investigadores encontraron allí un recipiente con la leyenda “ácido clorhídrico”, un bidón con ácido muriático, siete botellas con un rótulo de éter, una prensa hidráulica con vestigios de cocaína, un cricket sobre una mesa con restos de cocaína, un recipiente con varias bolsitas de nylon, dos coladores, un barbijo, ocho licuadoras (dos de ellas con restos de cocaína), dos caloventores, dos pantallas de calor para gas envasado, un embudo con restos de cocaína, un horno eléctrico con restos de la sustancia.
El tribunal consideró que esos elementos solo podían tener como fin la producción de cocaína y las pruebas recogidas en el expediente demuestran que “la ‘cocina’ funcionaba para el mes de marzo del año 2014, es decir meses antes del allanamiento y secuestro. Es decir, sin solución de continuidad”.