Al clarear del miércoles, los vecinos de la capilla San Martín de Porres, en el Barrio Anacleto Medina de Paraná, vieron que una columna de humo crecía sobre las instalaciones. Más precisamente, del lado de atrás, donde funciona desde hace unos años la Escuela de Gestión Social Pablo de Tarso. Sin dudarlo dieron aviso a los Bomberos quienes rápidamente intervinieron y evitaron que las llamas se propagaran al resto del edificio.
“Pudo haberse quemado toda la escuela”, conjeturó David, una de las personas que trabaja en el colegio y que se esmera para poner en condiciones el lugar.
De acuerdo a la reconstrucción de los hechos, alguien rompió el vidrio de una pequeña ventana de la portería y arrojó al interior pasto seco encendido. En la habitación, había un escritorio y muchos papeles que entraron en combustión inmediatamente pero afortunadamente, el foco ígneo se mantuvo en ese lugar y no se propaló al resto de las dependencias.
“Las divisiones entre las aulas y el techo son de durlock”, material altamente inflamable, observó David dando cuenta que en pocos minutos podría haber ardido todo el colegio.
El trabajo y los sueños de mucho tiempo se habrían convertido en cenizas, literalmente. Durante el verano, muchos voluntarios se sumaron a los trabajos de pintura y albañilería que el colegio se había puesto como objetivo. El ciclo lectivo 2015 comenzó en el colegio con paredes pintadas y nuevas dependencias.
Versiones. La Policía habló de un menor sospechoso de haber realizado el atentado. El padre Germán Brusa, que dirige la capilla y alma mater del colegio, se refirió a jóvenes a los cuales se les vedaba el acceso porque su objetivo era vender droga.
“Ante una negativa, se toman represalias contra la institución”, había dicho.
Algunos vecinos dejan entender que se sabe quién fue y por qué pero tienen miedo de hablar.
“Acá se sabe de dónde viene esto y el que prendió fuego ya anda diciendo que fue él”, comentó una vecina que prefirió mantener el anonimato por temor a represalias.
Un hombre que escuchaba esas declaraciones desde una prudente distancia, dijo estar muy dolido porque sabía que todo en el colegio se conseguía con mucho esfuerzo.
“Es una lucha y pudo haberse quemado todo”, razonó.
Gestión social. La Capilla San Martín de Porres es conocida en Paraná por las misas en honor a San Expedito.
En un aula en la que habitualmente se enseñaba catequesis comenzó a funcionar en 2013 una escuela secundaria en la que estudian chicos del barrio que por diferentes causas no pueden concurrir a otros establecimientos y están fuera del sistema educativo.
Es el colegio Pablo de Tarso, que por sus características es una experiencia única en Entre Ríos.
Según la Ley de Educación Nacional, las escuelas y colegios pueden ser de gestión estatal, gestión privada, gestión cooperativa o de gestión social. Esa última categoría es la que le corresponde al colegio del barrio Anacleto Medina.
Se trata de escuelas que, por las características de su situación geográfica y por la matrícula que atienden, buscan desarrollar metodologías de trabajo adecuadas al contexto social y cultural de los territorios en los que se insertan.
Otra de las particularidades de estas instituciones está asociada a las formas organizativas que adoptan en relación a las necesidades de su propia gestión, adecuando el funcionamiento institucional a las realidades en las que están inmersas y a los proyectos socio-educativos que desarrollan.
Son escuelas abiertas y en las que se implementan proyectos que pretenden dar una respuesta a las diferentes necesidades de sus alumnos en todos los niveles y modalidades previstos en la Ley de Educación Nacional. Al ser instituciones que contienen efectivamente a sus alumnos, necesitan adecuar sus modelos a diferentes tipos de realidades, evitando de este modo la deserción y el desgranamiento escolar.
Para destacar
Experiencia única. El padre Brusa, junto a referentes sociales del barrio, es el mentor de esta iniciativa. Dice que se inspiró en una experiencia similar que lideró el padre José Di Paola, el famoso cura villero, quien fundó un colegio de ese tipo en el barrio porteño de Barracas y fue la primera en su tipo de esa ciudad. Actualmente, la escuela tiene alrededor de 40 alumnos y dos cursos. Ya obtuvo el reconocimiento del Consejo General de Educación.
Fuente: EL DIARIO