A una hora y media de que el país entrara en default, la Cámara de Representantes aprobó la ley por 285 votos contra 144, poco después de que el Senado diera su propio visto bueno, por 81 votos contra 18, al mismo proyecto, fruto de un acuerdo alcanzado horas antes por los líderes republicanos y demócratas de la cámara alta.
La legislación extiende hasta el 7 de febrero la autoridad para que el Tesoro se endeude, que vencía en el primer minuto de hoy, y a su vez dota al gobierno de un presupuesto para que reactive hasta el 15 de enero las actividades de la administración federal, que permanecían parcialmente paralizadas desde el 1 de octubre.
La sanción de la ley constituye una victoria para el presidente Barack Obama en su enfrentamiento con el sector más radical de los republicanos, el del movimiento Tea Party, que desde la Cámara baja, donde la oposición tiene mayoría, trató sin éxito de imponer condiciones para elevar el techo de la deuda y reabrir el gobierno.
Luego de dos semanas de reñidas y encontradas negociaciones en el Congreso y de creciente exasperación popular con los republicanos, según sondeos.
La propuesta fue acompañada por 87 congresistas de la oposición, permitiendo así superar holgadamente los 217 que eran necesarios para conseguir la sanción.
La iniciativa fue luego enviada rápidamente a la Casa Blanca con la intención de que el presidente, Barack Obama, la firmara de inmediato, según indicó a través de un comunicado la directora de la Oficina de Administración y Presupuesto, Sylvia Mathews Burwell.
La decisión del Congreso puso fin a las discusiones y trabas en las negociaciones que se iniciaron a finales de septiembre cuando demócratas y republicanos no lograron llegar a un acuerdo en el presupuesto, dejando a la administración federal funcionando sólo con sus actividades esenciales.
Las peleas, surgidas por la exigencia de la oposición de demorar la reforma de Salud promulgada por Obama en 2010, recrudecieron cuando el Tea Party buscó además obtener recortes de gastos y otras concesiones a cambio de permitir que el país evitara el default y pudiera reabrir la administración.
Ante la firme decisión de la Casa Blanca de no negociar a expensas de la ley sanitaria y la posterior apertura del sector menos radical de la oposición a lograr un acuerdo, el movimiento ultraconservador tuvo que ceder y finalmente permitir que la cámara baja acompañara la propuesta bipartidista del senado.
Bajo presión de los mercados, de los grandes acreedores del país, como China y Japón, y de la misma ciudadanía, el presidente de la Cámara baja, el republicano John Boehner, logró alinear a sus correligionarios y corregir un rumbo potencialmente catastrófico para el país y, por ende, perjudicial para su partido.
«Dimos una buena pelea. Sólo no ganamos», dijo Boehner al admitir la derrota en la disputa con Obama.
Más tarde, el presidente demócrata agradeció a los líderes de ambos partidos en el Senado, Harry Reid y Mitch McConnell, por haber forjado el acuerdo finalmente convertido en ley.
«Nunca creí que los demócratas tienen el monopolio sobre las buenas ideas. Y a pesar de las diferencias sobre el asunto de cerrar al gobierno, estoy convencido que demócratas y republicanos pueden trabajar juntos para realizar progresos para Estados Unidos», aseveró Obama.
El presidente, quien volverá a hablar públicamente hoy a las 10.35 de la mañana hora local (11.35 en Argentina), aprovechó la oportunidad a su vez para reiterar la advertencia de que Washington tiene que «dejar la costumbre de gobernar en crisis» y aprender de las lecciones que todo este proceso dejó.
Su secretario del Tesoro, Jack Lew, también se felicitó por un acuerdo que, afirmó, permitirá mantener la «total confianza y crédito» del país ante los mercados internacionales.
La directora gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI), Christine Lagarde, saludó el fin de la crisis fiscal y de deuda de Estados Unidos pero advirtió que en el futuro «será esencial reducir la incertidumbre que rodea a la política fiscal mediante la elevación del techo de la deuda de forma más duradera».
La ley da solución a corto plazo a los dos principales problemas que tenían en vilo al país y al mundo.
Por un lado, eleva el techo actual de la deuda de 16.7 billones de dólares hasta el 7 de febrero, evitando de esa manera que el Tesoro tuviera que dejar de hacer frente a sus obligaciones y pasara a manejarse con fondos de emergencia.
Por otro, dota de recursos al gobierno federal hasta el 15 de enero, permitiendo así revertir un cierre que comenzó con el corriente mes y que afectó a millones de ciudadanos.
Entre otros trastornos, la parálisis dejó desde entonces sin empleo a cerca de 800.000 mil empleados públicos que tuvieron que permanecer en sus casas hasta este jueves, que regresarán a sus tareas tras aprobarse la ley.
La legislación contempla además la creación de un comité especial de trabajo bipartidista en el congreso con el fin de debatir y llegar a un acuerdo más a largo plazo sobre el presupuesto nacional para el año fiscal 2014.
Según un informe difundido hoy por la agencia de calificación Standard & Poor`s, el cierre del gobierno durante 16 días le costó al país al menos 24.000 millones de dólares o un 0,6% de su crecimiento.
«La conclusión es que el cierre del gobierno ha dañado la economía estadounidense», subrayó la agencia calificadora, según destacó la prensa local.
Ayer, la agencia Fitch colocó la calificación «AAA» de Estados Unidos en «observación negativa» por el impacto que ya apreciaba en la economía global la «arriesgada política» de Washington.