Néstor Alberto Padró dio su consentimiento al acta de juicio abreviado a la que arribaron ayer la fiscal Matilde Federik y los defensores Walter Rollandeli y Miguel Ángel Cullen, en la que se acordó la pena de 14 años de prisión por el delito de Abuso sexual gravemente ultrajante, reiterado y agravado por aprovechamiento de la convivencia, en concurso real con amenazas. Según precisaron fuentes judiciales, el imputado logró el silencio de la víctima resaltándole su pasado como miembro de una agrupación política, circunstancia en la que habría matado personas.
El desarrollo de la audiencia contó con un hecho inusual. Según precisaron fuentes judiciales, la víctima estuvo presente y escuchó cuando la pareja de su madre dijo “si hice algún daño, pido perdón”. En ese momento la chica levantó la mano, pidió la palabra y le dijo a su abusador: “Si tu arrepentimiento es sincero, yo ya te perdoné” y dirigiéndose hacia el hombre le entregó una imagen del padre Ignacio. El hombre sólo respondió “gracias”. El silencio se adueñó de la sala por unos instantes y la conmoción ganó a casi todos los presentes.
Las mismas fuentes también deslizaron que la joven manifestó que le “costó mucho trabajo llegar a esta instancia”. Los más memoriosos atribuyeron sus dichos a que en Tribunales la causa no contó con el impulso con que debió contar. Además añadieron que Padró estuvo al frente del Registro Civil de la provincia.
Cierre. Según se supo, la joven pidió presenciar la audiencia, aunque es su derecho como víctima, porque presenciar ese acto jurisdiccional significaría un “cierre” para los padecimientos que sufrió durante muchos años. En este sentido, tanto desde la defensa como desde la acusación se resaltó la actitud del Tribunal que escuchó a la víctima. Esto fue destacado como un avance en la resolución de casos graves que afectan la integridad o el patrimonio de las personas.
El hecho. A Padró se le atribuye que “sin poder precisar fechas exactas, pero durante el transcurso de 1993 hasta fines de 2000 aproximadamente, aprovechando su condición de concubino de la madre de la víctima, y conviviente y encargado de la guarda, abusó en forma reiterada cuando la niña tenía entre 5 y 13 años”. En la imputación se detalló que los abusos se realizaban “casi todas las noches”, cuando “la levantaba de la cama y la llevaba a la cocina o al patio” de la casa en la que convivían. El acusado lograba el silencio de la niña amenazándola con que la iba a matar. Un hecho que dio cuenta del temor que el imputado había generado en la víctima quedó en evidencia cuando el 24 de febrero de 2013, alrededor de las 17.47, amenazó con matar a los hermanos de la chica porque lo habían denunciado, diciéndoles “voy y los bajo, los bajo a todos y lo voy a hacer, les pego un tiro”.
AL MARGEN
Al término de la audiencia, la mayoría de los funcionarios judiciales, especialmente las mujeres, apenas pudieron ocultar la conmoción que les generó la entereza de la chica. Las lágrimas brotaron incontenibles y hasta se pudo observar abrazos de contención. La imagen final del proceso, del que la chica cuestionó que transitó con mucho esfuerzo, exhibió al padre biológico, que esperó durante la audiencia en la antesala, salir caminando en soledad por los pasillos desolados de Tribunales, abrazando y apoyando a su hija.