“Dakar terminado”, fue el grito que lanzó al aire Marcos Patronelli parado sobre los estribo de su cuatriciclo al llegar al Parque O´Higgins donde finalizaba la última etapa de la edición 2013 de la competencia.
Desde el 5 de enero cuando los vehículos bajaron la rampa de largada en Lima, Perú, hasta que cruzaron la bandera a cuadros que marca el final en Santiago, Chile, pasaron 15 días y más de 8.500 kilómetros, atravesando tres países.
En el comienzo de la aventura del Rally Dakar todo era alegría, emoción y mucha ilusión. En el último campamento, pilotos, equipos, asistentes y organizadores mostraban en su rostro el cansancio y desgaste que implica ser parte una de las competencias más exigentes del mundo.
Sin embargo, en la rampa final todo era felicidad y emoción. Los asistentes y muchas familias fueron a recibir a los héroes que concluyeron las 14 etapas. Con un humor distendido, todos los corredores hicieron su desahogo, algunos gritaron, otros dejaron caer lágrimas sobre su rostro y también hubo tiempo para regalar alegrías al público.
En esa materia, Robby Gordon fue la gran estrella. Ingresó al parque quemando las gomas de su Hummer y haciendo trompos, mientras que luego el francés Gurlein Chicherit se le sumó en una danza de giros con mucho humo de neumáticos, para el delirio de los presentes.
Cuando descendió de su auto el norteamericano jugó con un mini Hummer a radio control “atropellando” periodistas para luego desafiar a un nene de unos cinco años en una carrera sobre bicicletas de un rodado pequeño.
Marcos Patronelli fue uno de los más esperados, su familia y todo su equipo estaban bajo el intenso sol de la capital chilena aguardando el arribo del campeón. El piloto de Las Flores saludó a todos los presentes y, más allá de la victoria, se mostró feliz por el trabajo realizado.
El ganador en motos, el francés Ciryl Despres, único embajador argentino de la marca país en el Dakar, festejó en el parque cerrado su victoria con sus colaboradores. “Nunca imaginé ganar cinco Dakar”, dijo y explicó que no se considera una leyenda ya que es palabra debe ser para las personas que aportan soluciones al mundo entero y el solo se considera “un deportista que brinda entretenimiento”.
Apostillas de una aventura
Los primeros Vivac mostraron un clima árido y mucho sol, luego, y a medida que la carrera se fue metiendo en terreno más desértico, el viento y la arena comenzaron a ser protagonistas estelares antes del cruce de Perú a Chile.
Para los competidores las dunas representaron un reto durísimo de sortear durante ese pasaje, aunque muchos lo definieron como la mejor parte del recorrido y esperan volver a estar allí en 2014.
Los viajes fueron la parte más desgastante del recorrido para todos los que acompañaban al Dakar sin correrlo. Entre etapa y etapa, quienes se movilizaron por vía terrestre, fueron víctimas de largas horas en la ruta por sinuosos caminos de montaña, para quienes fueron en avión las horas de sueños se hacían pocas y muchas veces en carpa.
Pero todos, incluidos los pilotos más importantes de la competencia, compartieron el Vivac: el comedor, los baños, los espacios comunes y todo lo que rodea al rally. Esa ciudad itinerante que acompaña a la competencia es similar a una villa olímpica donde se puede ver a los corredores, mecánicos y demás personas conviviendo durante 15 días.
El clima de camaradería y la buena predisposición para resolver todos los problemas –incluso cuando se está en el medio del desierto o la montaña- reinó durante la competencia, superando la fatiga, el cansancio y las vicisitudes climáticas.
En Argentina, la pasión de la gente marcó el pasó de los autos, las recepción fue más pasional que en Perú y en Chile. La llegada y la salida del país se hicieron por paso fronterizos a más de 4.000 metros de altura, otro de los condimentos que tuvo la competencia.
En Salta, Tucumán y Córdoba, los campamentos –sin tierra- se ubicaron en las cercanías de la ciudad, lo que dio un marco más familiar y menos silvestre, que junto con el día de descanso, fueron un oasis en el medio de la carrera.
Sin las comodidades de la vida cotidiana pero con la adrenalina que generan las aventuras, el Dakar es una competencia que deja en quienes la viven desde adentro un huella imborrable. El tamaño de la organización de esta competencia es similar a la experiencia que representa para sus participantes.